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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sabor agridulce en precios y salarios

Hacen falta moderación salarial y flexibilidad para que las empresas que puedan suban los salarios, pero las que no, que puedan bajarlos

Los indicadores más significativos de la semana se sitúan en el ámbito de los precios y salarios. Esta información es clave para ver cómo va el proceso denominado de devaluación interna, uno más de los ajustes que está llevando a cabo la economía española, que consiste en eliminar el exceso de inflación con relación a los socios de la zona euro que se produjo en los años de exuberancia irracional anteriores a la crisis. El diferencial persistente de inflación erosionó la competitividad y ello contribuyó a deteriorar el saldo de la balanza de pagos, al aumento de la deuda exterior para mantener el alegre ritmo de gasto y a reducir el potencial de crecimiento sostenible a medio plazo.

La demanda interna española estuvo creciendo durante muchos años  por encima de la media de la zona euro

En todo caso, debe matizarse la importancia que tuvo el deterioro de la competitividad-precio en el déficit de la balanza de pagos, pues en general se le atribuye un efecto mayor del que realmente tuvo. El factor principal, que explicaría aproximadamente dos tercios de la generación del enorme déficit con el exterior, fue que la demanda interna española estuvo creciendo durante muchos años muy por encima de la media de la zona euro, debido a que la de economías como la alemana crecía al ralentí. El resto, que no es poco, podría atribuirse a la pérdida de competitividad por el aumento de la inflación relativa. De hecho, como estamos viendo, el profundo ajuste a la baja de la demanda interna española, con la consiguiente recesión de la producción y el empleo, ha hecho que el déficit exterior de bienes y servicios se haya corregido casi totalmente, e incluso estaríamos ahora en superávit si los precios del petróleo y otras materias primas importadas no se hubieran casi duplicado en los dos últimos años.

La mejora de la competitividad es esencial para que la economía española vuelva a crecer y, sobre todo, para que este crecimiento sea sostenible. Durante muchos años vamos a estar reduciendo nuestro nivel de deuda y eso va a dar poco margen para que sea la demanda interna el motor de la recuperación. Tendrán que ser las exportaciones, y para eso es necesario mejorar la competitividad-precio, que no es el único (ni a veces el más importante) factor de competitividad, pero es fundamental. Por eso es importante vigilar la evolución de los indicadores de inflación con relación al resto de la zona euro, tanto de precios como de costes.

Para mantener la inflación más baja que en la zona euro es necesario que el crecimiento de los costes laborales también lo sea

La inflación de los precios de consumo bajó en noviembre una décima, hasta el 2,9%, como estaba previsto. Es una inflación alta, pero hay que tener en cuenta que aproximadamente la mitad de la misma está originada fuera de nuestras fronteras y la importamos, al tener que pagar un 13,8% más que hace un año por los productos energéticos y un 2,9% más por los alimentos elaborados (excluido el tabaco), cuyas materias primas son en su mayor parte importadas. Si se excluyen la energía y la alimentación, la inflación del resto de bienes y servicios está en el 1,1%. Con ser alta, la inflación española es una décima inferior a la media de la zona euro. Y si tomamos la inflación subyacente, es cuatro décimas inferior, como muestra el gráfico superior derecho. Vamos, por tanto, por el buen camino, aunque avanzamos lentamente. A partir de diciembre se espera un mayor descenso de la inflación. En este mes debería situarse en el 2,3% y, de mantenerse estables los precios del petróleo, bajaría hasta el entorno del 1,5% el año próximo [gráfico superior izquierdo].

Para mantener la inflación más baja que en la zona euro es necesario que el crecimiento de los costes laborales también lo sea. Si no, las empresas, para cuadrar la ecuación, harán el ajuste como hasta ahora, reduciendo plantillas para, así, aumentar la productividad y bajar los costes laborales por unidad producida. La ETCL del tercer trimestre no nos trae buenas noticias en este sentido, ya que el aumento del coste laboral se aceleró hasta el 1,5%, casi el doble que en el primer semestre [gráfico inferior izquierdo], aunque ello es atribuible en buena parte al aumento de los costes distintos de los salarios, concretamente a las indemnizaciones por despidos. Hace falta más moderación salarial, pero sobre todo hace falta más flexibilidad para que las empresas que puedan suban los salarios, pero las que no, que puedan bajarlos.

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