Los accionistas de NewsCorp plantan cara a los Murdoch
El presidente del grupo elude su responsabilidad en el caso de los pinchazos
Los pilares del imperio de Rupert Murdoch volvieron a tambalearse este viernes en la junta anual de accionistas de News Corporation. El descontento entre los pequeños propietarios se hizo escuchar, hasta el punto de pedir la cabeza del presidente, la de su hijo James y la del resto de miembros del Consejo de Administración por la respuesta "inadecuada" al escándalo de los pinchazos.
Era la primera vez que Murdoch se enfrentaba a los accionistas desde que en julio cerró News of the World. Uno a uno, los inversores más díscolos se pusieron en cola ante el micrófono para hablar. En el exterior de los estudios de la Fox en Los Ángeles, una veintena de personas mostraban carteles en los que se podía leer "echad a la mafia de los Murdoch".
Dentro, el patriarca no cedió y arrancó el encuentro dejando claro que seguirá al frente "para enderezar las cosas". El presidente ejecutivo de News Corp reafirmó que confrontará los errores y será riguroso para asegurar que otro evento similar "no vuelva a suceder". "No solo debemos ser una compañía rentable; debemos ser una compañía de principios", remachó.
Una vez más, Rupert Murdoch evitó asumir cualquier tipo de responsabilidad personal. Tampoco James Murdoch, al que se veía como el mejor colocado para tomar al testigo al frente de News Corp. Pero legisladores como Tom Watson quieren que vuelvan a comparecer ante el Parlamento británico, porque temen que sepan más de lo que en realidad dijeron bajo juramento.
Los pequeños accionistas tenían casi imposible echar a los Murdoch de la cabeza del conglomerado debido a que la familia controla un 40% de los derechos de voto. Además, los Murdoch cuentan con el apoyo del príncipe saudí Alwaleed bin Talal, que tiene un 7% del capital. En total, el peso de los inversores independientes se reduce a un tercio.
La crisis de los pinchazos sí les sirvió de excusa para denunciar una estructura que protege a los Murdoch. "La usan como si fuera una compañía familiar", dijo el representante de un grupo de inversores minoritarios. También hubo críticas hacia la dejadez del directorio, del que forma parte el expresidente español José María Aznar. Por eso Stephen Mayne presentó una moción para instituir uno "verdaderamente independiente y responsable".
A las duras críticas expresadas por los inversores independientes respecto a la cultura corporativa y la forma en que se gobierna la compañía, un desafiante Rupert Murdoch contestó recordando que los beneficios generados para los accionistas "son grandes" y que el rendimiento bursátil del conglomerado "está siendo mayor" que el de sus pares en el negocio de medios.
Antes de dar la cara, el patriarca anunció que va a pagar dos millones de libras a la familia de Milly Dowler, a la que el tabloide pinchó el teléfono mientras estaba desaparecida. Además, donará otro millón a las organizaciones caritativas que decidan los padres de la niña, asesinada en 2002. Su caso está en el epicentro de un terremoto que no pierde intensidad.
Murdoch indicó que espera que se ponga de relieve su "rechazo al papel que desempeñó la compañía en este horrible evento" y recordó en la junta que con el cierre del rotativo tuvo que despedir a periodistas que jugaron limpio. El conglomerado reservó 20 millones de libras para compensar a las víctimas de las escuchas, una cantidad menor comparada su capitalización bursátil.
La revuelta llegó hasta donde pudo llegar. Como estaba previsto, de la votación posterior a las ponencias se desprendió que todos los miembros de su comité ejecutivo salieron reelegidos. La propuesta de los accionistas díscolos de instaurar un nuevo consejo independiente también fue rechazada.
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