Rabat investiga a un promotor español cuya actividad podría "ofender" a una mezquita
El Ministerio del Interior de Marruecos vigila a Inveravante que construye un lujoso complejo en Casablanca. Mohamed VI mandó parar la obra durante dos semanas
Al final siempre aflora la sensibilidad religiosa. El Ministerio del Interior de Marruecos anunció esta madrugada en un comunicado que investigará la construcción, por el promotor español Inveravante, de un gran complejo comercial y residencial la Corniche (paseo marítimo de Casablanca) situado muy cerca de la mezquita Al Saud vinculada a la familia real saudí.
Además del impacto ambiental, la comisión de investigación deberá vigilar, reza el comunicado, "el respeto de la distancia reglamentaria entre la mezquita adyacente y las autorizaciones otorgadas a establecimientos [para servir] bebidas alcohólicas". En claro, los restaurantes y bares en los que se consumirá alcohol deberán estar a una distancia prudente del templo musulmán colindante con un palacio también perteneciente al rey saudí Abdalá.
Interior confirma así implícitamente que, como reveló ayer, jueves, el diario oficialista marroquí Le Matin , "los responsables de la mezquita Al Saud rechazan que bares, casinos y discotecas se instalen cerca de la Casa de Dios". Inveravante desmiente que en Anfa Living Resort, como ha sido bautizado el lujoso recinto, vayan a abrir salas de juego o discotecas, pero está previsto que lo hagan restaurantes.
Desde hace un año Inveravante construye, en un espacio de 93.000 metros cuadrados frente al Océano Atlántico, un complejo que incluye un centro comercial, otro de negocios, zonas de ocio y 260 pisos de lujo que se venden al astronómico precio, para Marruecos, de casi 3.000 euros el metro cuadrado. Inveravante pertenece al empresario gallego Manuel Jove, de 68 años, condecorado en dos ocasiones por Marruecos. Diseñado por el estudio de arquitectura de Norman Foster, el proyecto supone una inversión de 2.800 millones de dirhams (255 millones de euros).
Las desdichas del promotor español empezaron el 4 de septiembre cuando el rey Mohamed VIvio la obra desde su automóvil. Quizá tomó entonces conciencia de las protestas saudíes o del caos circulatorio que se había originado en el barrio. Algo debió, en todo caso, disgustarle porque llamó de inmediato al gobernador de la ciudad, Mohamed Halab, y le ordenó que parase la construcción pese a que, según Inveravante, gozaba de todos los permisos legales.
"El Rey ordena la suspensión de los trabajos", tituló a toda plana el semanario satírico Le Canard Déchaîné mientras que, más cauto, el diario L'Economiste, indicaba que la decisión había sido tomada en "altos lugares", una fórmula utilizada para señalar al palacio real.
Tras recibir la llamada del soberano, el gobernador de la capital económica de Marruecos envió a las fuerzas del orden al complejo y durante casi dos semanas una furgoneta policial impidió día y noche el acceso a la obra. Mientras, unos 2.000 trabajadores estuvieron en paro técnico.
Para resolver el entuerto la Wilaya (Gobierno Civil) y el Ayuntamiento pidieron a Inveravante que se comprometiera por escrito a subsanar los fallos detectados. Su director ejecutivo en Marruecos, Badr el Ouazzani, les entregó una carta en la que asegura que no ahorrará esfuerzos para que "los trabajos se desarrollen en las mejores condiciones posibles".
El alcalde de Casablanca, Mohamed Sajid, levantó, el miércoles por la noche, la suspensión de la obra, pero Interior, un ministerio cuyo titular nombra directamente el rey, la ha colocado bajo su permanente vigilancia, según el comunicado de esta madrugada.
La obra se ha reanudado, pero a un ritmo mucho más lento que antes de la suspensión real, según constataron hoy testigos que se pasearon por la Corniche de Casablanca.
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