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Columna
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Chacón y los tabúes nacionalistas

Enric Company

Mujer, rompedora, joven y catalana. Demasiado para el PSOE, según se ha visto. Carme Chacón ha sido la primera ministra de Defensa en España. Ha dado seriamente la batalla para dirigir el socialismo español cuatro meses después de haber aplazado el intento de ser la primera candidata socialista a la presidencia del Gobierno. Pero puede optar a serlo en las próximas elecciones generales, o las siguientes, porque su trayectoria y su edad se lo permiten. Si lo lograra y luego derrotara al PP se convertiría en la primera mujer presidenta de un Gobierno de España. Un hito histórico. Y en la primera figura política catalana al frente del Consejo de Ministros desde el siglo XIX. Otro hito histórico. El cuento de la lechera, sí.

La exministra casi rompe sendas supersticiones arraigadas en los nacionalismos español y catalán

En el 38º congreso del PSOE ha vuelto a funcionar la inercia del eje Sevilla-Bilbao, aunque en este caso convertido en un reflejo conservador del statu quo interno, lo contrario de lo que fue en Suresnes al final del franquismo, cuando representaba la apuesta joven y modernizadora frente a la dirección de Rodolfo Llopis. Aunque el PSC ha acompañado a Chacón en su apuesta para la secretaría general del PSOE, no puede decirse que la suya fuera propiamente una candidatura catalana o de los socialistas catalanes. No. La aventura de Chacón es, sobre todo, una apuesta personal que conecta con una buena parte del socialismo español, surge de él y lo expresa. Ella es catalana, sí. Y como tal surge de una parte de Cataluña, la de la mezcla entre autóctonos e inmigrantes, que es sociológicamente mayoritaria en el país y no se siente acomplejada por los tabúes de la versión pujolista del nacionalismo catalán, entre los que se cuenta el de considerar el Gobierno de España coto privado del nacionalismo español y, por tanto, ajeno a Cataluña cuando no enemigo.

La larga hegemonía del pujolismo creó la ficción de que la renuncia a participar en la gobernación de España es algo inherente a la condición de los catalanes, o una inevitable consecuencia de la malquerencia de los políticos españoles, pero eso no es más que una expresión del modelo político de CiU, basado en la dialéctica del enemigo exterior. No es ni siquiera la tradición del nacionalismo catalán. Tanto el nacionalismo dirigido por Francesc Cambó como el de Francesc Macià dieron otros enfoques a esta cuestión.

Chacón es una expresión del protagonismo social de los catalanes de origen inmigrante, en primera o segunda generación, lógica consecuencia de una realidad demográfica que se manifiesta en múltiples aspectos. También en la composición del personal político. José Montilla fue el primer presidente de la Generalitat surgido de la inmigración. Ahora mismo, el ministro catalán en el Gobierno de España es uno de los hermanos Fernández Díaz, Jorge, nacido en Valladolid. Y el otro Fernández Díaz, Alberto, él nacido ya en Barcelona, es quien tiene la llave de la mayoría en el Ayuntamiento de Barcelona. Los ejemplos se multiplican en todos los campos de la vida colectiva.

La existencia de esa Cataluña comprometida hasta el fondo en la política española como algo propio se refleja también, cómo no, en el socialismo catalán. Pero hay varias ideas acerca de cómo el PSC debe canalizar orgánicamente este compromiso. Y así como una parte del PSOE tuvo una sensación de alivio cuando se conoció la derrota de Chacón, también una parte del PSC vive aliviada por la victoria de Alfredo Pérez Rubalcaba. Mejor cada uno en su casa, piensan esas dos partes.

El nuevo secretario general del PSOE expresó, con la finura que le caracteriza, el papel del socialista español que, como Pujol, pero a la inversa, considera que los catalanes, por encima de todo, se ocupan de lo suyo, y se sobrentiende que lo suyo es lo catalán y no lo español, y esta es razón como para no confiarles ciertas cosas de España. Es lo que manifestaba en TVE antes del congreso al hacer el recuento de sus apoyos y los de Chacón y dar por supuesto que los delegados del PSC estaban todos, claro está, con Chacón.

O sea, que Chacón ha estado a punto de romper, además de un techo de cristal, dos tabúes nacionalistas, uno español y otro catalán, y está abierta la posibilidad de que lo vuelva a intentar en las próximas elecciones generales.

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