Violencia y diversión
Hay algo hipnótico en el cine de Nicolas Winding Refn que hace que uno se tape los ojos pero entreabra los dedos para mirar. En las salas españolas solo encontró hueco Pusher, el inicio de su trilogía sobre gansterismo, drogas y Dinamarca, pero sus otras películas han ido forjando un estilo propio, algo amanerado en sus ganas de ser cool. Refn forma parte de una generación de europeos cercanos al cine de Sam Peckinpah o Samuel Fuller. Es ahí donde acierta Refn, hijo del montador de Lars von Trier: este y Refn vástago no se llevan nada bien. La Casa Encendida proyecta sus siete filmes y un documental sobre su obra, y el martes se verá en Ronda de Valencia, 2 I'm the angel of death: Pusher III.
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