El hombre silencioso amenaza al Barça

Cuenta un técnico del Valencia que un día llevó en su coche a Mathieu desde Alzira hasta Valencia y en esa hora de viaje solo le pudo sacar tres monosílabos:

-¿Estás casado?

-Sí.

-¿Tienes hijos?

-Sí.

-¿Cuántos?

-Dos.

Jérémy Mathieu (Luxeuil-les- Bains, Francia; 1983) es un hombre silencioso cuya voz es irreconocible después de tres años en Mestalla. "Siempre fui así, muy introvertido", explica. Corre que se las pela por la banda izquierda, centra mejor que nadie y su rival preferido es el Barça porque tiene campo libre para avanzar. "Me gusta que suba Alves porque así aprovecho mi velocidad para atacar", reconoce. Esas son sus verdaderas pasiones: la velocidad, también en los coches deportivos, que cambia cada seis meses, y el ataque. Pero tiene un problema: no sabe dosificarse. "Es mi gran defecto", admite.

"En larga distancia, Jordi Alba y yo somos los más rápidos", explica el lateral

"Vamos a por ellos", dice Emery, optimista ante el cansancio y las bajas de los azulgrana

Esprinta una y otra vez hasta acabar fundido. A pesar de las reiteradas recomendaciones de su entrenador, Unai Emery. Pero hay una fuerza interior que le impulsa a correr hasta que no puede más. Sonríe al explicarlo en esta mañana soleada. Viste pantalones vaqueros, una americana negra y una camiseta del mismo color con la foto de Steve McQueen sin ser un admirador del fallecido actor estadounidense, solo por casualidad.

El Valencia saldrá esta noche al abordaje en Mestalla. "Vamos a por ellos", ha dicho Emery a sus jugadores, conscientes de que solo los rivales que han abordado al Barça -Athletic, Madrid y Villarreal- lo han puesto contra las cuerdas. "Cuanto más lejos de nuestra área nos defendamos, mejor", ha insistido el entrenador, optimista sobre la eliminatoria porque cree que es el momento de aprovechar el cansancio y las bajas azulgranas, sin ningún jugador con capacidad de desborde salvo Messi.

Mathieu comparte con Jordi Alba un flanco supersónico. "En larga distancia, somos los más rápidos", dice el pelirrojo francés, que va alternando con su compañero las posiciones de lateral y extremo. Sin ninguna preferencia. Tal vez por eso al Valencia se le haya dado bien el Barça en los últimos años. Entre los dos neutralizan a Alves y le hacen daño a la espalda. Así fue en la primera parte del último duelo de la Liga en Mestalla (2-2), cuando el técnico barcelonista, Pep Guardiola, subió a Alves para jugar con una defensa de tres. Pero le retrasó en el descanso después de que Mathieu hubiese dado tres centros de gol en el primer tiempo.

Hijo de un simulador de vuelos en la base militar de Luxeuil-les-Bains y de una pedagoga, Mathieu recuerda una foto suya abrazado a un balón amarillo cuando tenía tres años. Se lo regaló su padre. Admiraba a Chris Waddle, el volante zurdo inglés que triunfó a principios de los años noventa en el Marsella, el equipo favorito del pequeño Jérémy. Del colegio pasó al Saint-Sauver, con 13 años. Jugaba de extremo y le pegaba muy duro a la pelota. Marcaba muchos goles y fue el más bajito hasta pegar un estirón en la adolescencia. Creció tanto (1,93 metros) que en el Toulouse le apodaron Robocop.

Internacional una sola vez con Francia, frente a Estados Unidos, Mathieu destaca la tranquilidad del seleccionador, Laurent Blanc. Aunque, en su opinión, el mejor lateral izquierdo estará hoy en la otra parte del campo, su compatriota Abidal. "Es el más fuerte defensivamente". A pesar del traje que le hizo Özil en el último clásico. "Sí, pero solo un par de veces", corrige Mathieu. Es esa faceta, la defensiva, en la que ha evolucionado más: "Aprendo mucho en los entrenamientos". Después se larga de la ciudad deportiva de Paterna con el último modelo de coche deportivo, un Lamborghini. Sin su excompañero de carreras en el circuito de velocidad de Cheste, el portero Moyà, ahora en el Getafe. La velocidad es su vida y hoy, otra vez ante Alves, tendrá campo para demostrarlo de nuevo.