La absolución de Camps
Excelente pregunta la que se hace la señora Cospedal. ¿Quién repone la honorabilidad de los señores Camps y Costa? Eso mismo me pregunto yo respecto a mi abuelo, un civil que fue juzgado por un tribunal militar en consejo de guerra y condenado simplemente por defender sus ideas sin una sola mancha de sangre en sus manos. Su delito fue presidir una ejecutiva del PSOE en el exilio interior. Por supuesto, fue condenado, y con suerte, solo a prisión.
Cuando, después de tantos años, un juez intenta dar la posibilidad a las familias de buscar ese preciado derecho que ella reclama, no vengar, restituir esa honorabilidad que les arrebataron aunque ya no puedan verlo, ese resarcimiento, el reconocimiento de la injusticia que con ellos se cometió, la justicia admite a trámite una querella contra el único juez que se atreve a pedir únicamente la posibilidad de ejercer ese derecho que ella reclama, dentro, según parece, de toda legalidad. Por no mencionar el origen del colectivo que pone esa querella. Cada vez más, como ciudadana, tengo miedo a necesitar la ayuda de la Justicia en algún momento de mi vida, cada vez la percibo como más ciega, sorda y muda.- Clara Isabel Laina Pérez.
Un testigo que admite la falsificación de facturas y las transcripciones de las conversaciones con los cabecillas de la trama no son pruebas suficientes para condenar a Camps. En base a esto, cabe interpretar que el jurado que ha emitido el fallo (nunca mejor dicho) ha escenificado las pasadas elecciones autonómicas en clave jurídica, donde, a pesar de los escándalos y de convertir Valencia en nuestra particular Grecia, el PP incrementó su representación en las Cortes Valencianas. Ya lo decía en su alegato final el honorable expresidente: "Vengo a buscar la justicia que imparten mis conciudadanos". Sabía bien lo que decía, porque, a la vista de las pruebas, la verdadera le hubiese declarado culpable. Daniel García Delicado
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