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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Absolución para Camps

El expresidente recibe el favor del jurado de "conciudadanos" a los que apeló en el juicio

Si la justicia que reclamó Francisco Camps en su alegato final en el juicio por los trajes de la trama Gürtel fue la absolución, al menos cinco de los nueve miembros del jurado popular han atendido su ruego dictando a su favor un veredicto de inocencia. El guiño de complicidad que el expresidente de la Generalitat valenciana hizo en ese momento al jurado no pudo ser más explícito. "Vengo a buscar la justicia que imparten mis conciudadanos", señaló volviendo su mirada hacia sus nueve miembros. Si el veredicto de no culpabilidad es fruto de un análisis fundado y coherente de las pruebas presentadas a lo largo del juicio, o más bien de esa proximidad de paisanaje -¿ideológica también?- que invocó Camps es algo que no se sabrá hasta analizar con detalle las respuestas dadas por el jurado a las cuestiones planteadas por el juez.

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En el juicio, Camps no dudó en presentar de nuevo el aval en las urnas que le había otorgado una mayoría de valencianos como prueba de su inocencia. La representante del ministerio fiscal debió recordar al jurado que tal estrategia constituía un intento de meter la política en la sala de audiencia. De ahí que en su alegato final también se dirigiera a los miembros del jurado para recordarles que no estaban ante un juicio político.

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Lo que se deduce del veredicto de no culpabilidad es que al menos cinco miembros del jurado no han considerado probado que la trama Gürtel haya pagado a Camps y a Ricardo Costa los trajes que adquirieron en las tiendas Milano y Forever Young en Madrid. Y ello a pesar de que Víctor Campos y Rafael Betoret -los otros dos altos cargos imputados en la misma causa- reconocieron ante la justicia que a ellos sí se los pagó la trama que mantenía estrechas relaciones de negocio con el Gobierno de Camps. De nuevo, solo la sentencia que redacte el presidente del tribunal desvelará cómo los miembros del jurado que han optado por la absolución han valorado las pruebas y cuáles son sus razones para desecharlas. Solo entonces se conocerá el fundamento del veredicto y se sabrá si estamos ante un mayúsculo error judicial a enmendar mediante recurso por un tribunal profesional.

La absolución de Camps y Costa por un jurado popular podría ser interpretada como un gesto más de complacencia ciudadana con los políticos corruptos; como el voto en las urnas a favor de ellos. A quienes menos ha debido complacer, aunque manifiesten lo contrario, es a sus herederos en la Comunidad Valenciana, obligados a gestionar una herencia ruinosa. Su absolución por la justicia, como antes el voto en las urnas, podría servirle a Camps y sus fieles para sacar pecho y causar engorros. Rajoy, que apoyó a Camps cuando era su aliado en su lucha por el poder en el PP y que le dejó caer cuando se convirtió en un obstáculo en su camino hacia La Moncloa, puede sentirse feliz, pero no en demasía. Camps podría pedirle una reparación.

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