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Necrológica:'IN MEMORIAM'
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Günter Grunwald, alma de la Fundación Ebert

En el último número de la revista de la Fundación Ebert leo que el 6 de noviembre de 2011, a los 86 años, falleció Günter Grunwald, director ejecutivo de la fundación de 1956 a 1986.

Grunwald se había doctorado en 1951 bajo la dirección del conocido historiador Theodor Schieder. Trabajó cuatro años en los sindicatos (DGB) y en 1956, tras haber sido unos meses secretario de Cultura del Partido Social Demócrata Alemán ( SPD), pasó a ser director ejecutivo de la Fundación Ebert hasta su jubilación en 1986. Creada en 1925 en recuerdo y homenaje a Friedrich Ebert, primer presidente de la República de Weimar, tiene como principal objetivo contribuir a consolidar la democracia tanto en Alemania como más allá de sus fronteras. Prohibida por los nazis en 1933, refundada en 1947, dos años antes de que naciera la República Federal de Alemania, a partir de los cincuenta, impulsada por Grunwald, desarrollla con fuerza en Alemania su labor educativa, investigadora y archivística -el archivo reúne una amplísima documentación sobre el movimiento obrero y una inigualable colección de textos sobre la Transición española- y apoya los procesos democráticos en Asia, América Latina y África. En Europa, la Fundación Ebert desempeñó un papel decisivo en la transición de Portugal y uno relevante en España, colaborando con el socialismo renovado y UGT. A su iniciativa se debe, por ejemplo, que el partido socialista creara la Fundación Pablo Iglesias.

Concluiré con una anécdota, que describe un tanto su personalidad. Me inscribí en el pequeño grupo de estudiantes socialistas de Colonia: suele ocurrir que el recién exiliado que respira por vez primera en libertad tienda a radicalizarse. Grunwald me llamó a Bonn poco después de que el SPD hubiese declarado incompatible la afiliación al partido con la pertenencia al SDS (Estudiantes Socialistas Alemanes) debido al rechazo del nuevo programa del partido, aprobado en Bad Godesberg a finales de 1959 y en vigor hasta 1989. Trató de convencerme insistiendo sobre todo en que sustituir la economía estatalizada por una en la que prevaleciese el mercado -"tanto mercado como sea posible, tanta planificación como sea necesaria"- permitiría avanzar democráticamente hacia el socialismo. Al terminar la conversación, le pregunté cuándo perdería la beca, ya que no estaba dispuesto a ceder. Muy sorprendido, Grunwald me respondió que, según sus normas, la fundación había concedido la beca "a un estudiante superdotado, comprometido políticamente, y que el compromiso quedaba de manifiesto en la defensa que había hecho de mis convicciones, pero que terminaría rompiendo también un día con las ataduras del marxismo y me convertiría en un buen socialdemócrata".

Ni qué decir tiene que mi lenta conversión a la socialdemocracia comenzó en aquel momento y que sigo vinculado a una fundación que hoy indaga qué tipo de democracia sustituirá a aquella socialdemocracia que ha acabado su ciclo.

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