Tahrir quiere continuar la revolución
Cientos de miles de personas celebran en la plaza el aniversario del cambio
Tahrir es sinónimo de revolución, de lucha, de frustración, de sangre, de esperanza y de felicidad. Tahrir significa liberación. Y los egipcios, en una manifestación multitudinaria, le devolvieron ayer ese significado a la plaza que vio nacer la democracia hace un año.
No el 11 de febrero, cuando Hosni Mubarak, abandonado por todos, se vio obligado a dimitir, sino el 25 de enero. Ese día los egipcios se echaron a la calle con temor, pero con convicción, para reclamar lo mismo que hoy coreaban en la plaza "¡pan, democracia y justicia social!". Y perdieron el miedo. Así que hoy solo ha habido convicción. Las banderas han ondeado festivas y se han mezclado los gritos de hombres y mujeres, extremistas y liberales en una fiesta que se inició la pasada noche y que no tiene visos de acabar. Igual que la revolución: "Estamos aquí porque la revolución no ha terminado", gritaba una joven rodeada por un grupo de amigas en el centro de la plaza. Junto a ella, en una zona segregada, cientos de hombres con banderas de los Hermanos Musulmanes entonaban el himno nacional de Egipto.
Islamistas del Partido de la Libertad y la Justicia (PLJ) así como de los ultraconservadores salafistas, celebraron en la plaza su victoria en las urnas (juntos suman un 75% de los escaños del Parlamento), y durante la primera parte del día sus cánticos y gritos de Allahu Akhbar (Alá es el más grande), amortiguaron los de los que gritaban contra la Junta Militar. Pasado mediodía, empezaron a unirse a la celebración las manifestaciones convocadas en diferentes puntos de la capital y quedó patente que la celebración de hoy además tiene un carácter simbólico: el de recordar a los militares que el pueblo egipcio aún tiene fuerza en las calles.
Varios grupos de activistas y partidos políticos habían llamado a reclamar hoy la cesión del poder militar a la autoridad civil, la excarcelación de los activistas detenidos y el fin de los juicios militares a civiles (casi 14.000 en el último año) y a dar su respaldo al Parlamento electo.
"Abajo el Ejército" y "el pueblo egipcio quiere que se vaya el mariscal", fueron algunos de los cantos más coreados. Los gritos se oían a manzanas de distancia, porque la plaza estaba tan concurrida que muchos tenían que salir y continuar la celebración en las plazas aledañas. Un joven egipcio, Samer Shehawi, que había llegado desde la universidad en una de las manifestaciones apuntaba: "La democracia no son solo unas elecciones. Es una toma de conciencia continua. Mira a Saad Katatni
[miembro de los Hermanos Musulmanes y presidente del Parlamento] defendiendo la actuación de los militares en este año. Qué podemos esperar". Para este licenciado en Ciencias la lucha debe continuar aunque algunos flaqueen. "Están cansados, pero en este país la gente siempre ha estado cansada. Hasta que hicimos la revolución", señala. "Antes hasta el policía de menor rango podía detenerte sin motivo. Ahora los militares hacen lo mismo. Mientras eso sea así la lucha no habrá terminado", concluye.
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