El infierno sirio

La situación en Siria ya no merece otro apelativo más que el de genocidio, ya no puede ni debe haber más paños calientes ante las masacres que se están produciendo en la ciudad de Homs y en otras localidades donde abundan los descontentos con el tiránico régimen de El Asad. El hijo del no menos déspota León de Damasco no ha tenido el menor reparo en demostrar en estos nueve meses de infierno sirio que no le importa lo más mínimo la vida de sus habitantes, usando contra ellos a un Ejército que, aunque aún le sigue siendo fiel, cada vez acumula más desertores, acercando el riesgo de una guerra civil.

Hay ocasiones en las que las intervenciones militares son necesarias para evitar que la tiranía impere. Se ha intervenido contra otros tiranos en el pasado reciente, véase Gadafi, y en otro más lejano, el régimen talibán afgano. Siria no debe ser una excepción. El sátrapa de Damasco cuenta con los apoyos de Rusia, China e Irán -aunque el de las dos primeras naciones es cada vez más débil- y la comunidad internacional no debe permanecer impasible. El pueblo sirio, y en concreto los ciudadanos de Homs, no merece seguir oyendo el silbido de las bombas y las balas y sufriendo sus devastadores efectos, ningún ser vivo lo merece.