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La cooperación transfronteriza

El rompecabezas de la diplomacia vascofrancesa

Euskadi y Aquitania comparten trabajo en media decena de organismos

Mikel Ormazabal

La creación de la Eurorregión Euskadi-Aquitania, formalmente constituida a mediados de diciembre pasado, vino a cerrar el círculo institucional que se ha venido conformando en torno a la cooperación interterritorial a ambos lados de la frontera en los últimos 22 años. En este tiempo, estas dos regiones han terminado por amalgamar un entramado de entidades que trabajan en ámbitos similares, tienen objetivos complementarios y están integrados por los mismos organismos públicos.

En lo transfronterizo coexisten hoy la Agencia de la Eurociudad Bayona-San Sebastián, el Consorcio Bidasoa-Txingudi, la Plataforma Logística Aquitania-Euskadi, la Conferencia Atlántica Transpirenaica y la Eurorregión. El último informe sobre duplicidades elaborado a petición del Ejecutivo no cita la existencia de servicios que se superponen o resultan ineficaces en esta materia. ¿Están justificadas tantas estructuras oficiales orientadas todas al mismo fin?

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Todo arranca en 1989, cuando Euskadi y Aquitania lograron sellar un acuerdo que resultó premonitorio de las sucesivas acciones transfronterizas impulsadas en un espacio geográfico que abarca una extensión de 48.500 kilómetros cuadrados -41.300 corresponden a la región aquitana- donde se congregan casi cinco millones de habitantes. Tras varias reuniones entre los Gobiernos presididos por José Antonio Ardanza y Jean Tavernier, ambos firmaron en Burdeos el Protocolo de Cooperación entre ambas regiones, un convenio que tenía como objetivo el intercambio de información sobre políticas sociales y económicas, entre otros fines. Un anexo a dicho protocolo dio lugar en 1990 al llamado Fondo Común para hacer frente a inversiones a ambos lados de la frontera, financiado a partes iguales por los Gobiernos regionales y sustentado en parte con fondos europeos Interreg.

En enero de 1993, la Diputación guipuzcoana y el Distrito Bayona-Anglet-Biarritz (BAB) firmaron otro convenio para impulsar la denominada "eurociudad Bayona-San Sebastián", un acuerdo que alumbró cuatro después el Observatorio Transfronterizo de la Eurociudad, bajo la figura de una agrupación europea de interés económico (AEIE), personalidad jurídica aceptada por los ordenamientos jurídicos español, francés y comunitario. Surgió para trabajar conjuntamente en temas de urbanismo y ordenación del territorio, medio ambiente, servicios sociales, turismo, cultura, infraestructuras y transporte.

A la luz del Tratado de Bayona, en 1998 nace el Consorcio Bidasoa-Txingudi, un órgano con personalidad jurídica cuya finalidad es promover la mejora de los servicios entre Irún, Hondarribia y Hendaya en los ámbitos turístico, cultural y social. La firma se celebró en un barco fondeado en aguas internacionales del río Bidasoa, con representantes de las tres corporaciones firmantes y de instituciones como el Gobierno vasco, la Diputación de Gipuzkoa, el Consejo Regional de Aquitania, el Consejo General de los Pirineos Atlánticos y la subprefectura francesa.

En 2004 se dio otro nuevo paso en las relaciones vecinales al crear la Plataforma Logística Aquitania-Euskadi (PLAE), que persigue la promoción de las infraestructuras del transporte para la mejora de la intermodalidad. Es una Agrupación Europea de Interés Económico (AEIE) integrada por los Gobiernos vasco y aquitano.

Tres años después, el lehendakari, Juan José Ibarretxe, y su homólogo aquitano, Alain Rousset, formalizaron la creación de la Conferencia Atlántica Transpirenaica, creada al amparo de la ley de Asociaciones francesa de 1901. Aunque carece de personalidad jurídica, es el único organismo transfronterizo que cuenta con la participación del Estado francés a través de la Prefectura de los Pirineos Atlánticos. También forman parte de la misma la región de Aquitania, el Departamento de los Pirineos Atlánticos, el Consejo de los Electos del País Vasco francés y, por la parte vasca, el Gobierno y la Diputación de Gipuzkoa. La conferencia, con equipo ejecutivo propio, trata de coordinar las políticas "de cercanía" en asuntos como los servicios médicos de urgencia, la drogadicción, el medio ambiente, la formación, los servicios públicos transfronterizos...

Aunque la conferencia transpirenaica funciona como una eurorregión, esta no se formalizó como tal hasta que Euskadi y Aquitania han alumbrado ahora la Eurorregión, cuya principal virtualidad es que cuenta con personalidad jurídica como Agrupación Europea de Cooperación Territorial (AECT) amparada por el Derecho comunitario.

Dos comunidades en buena sintonía

Aunque las relaciones de vecindad siempre dieron lugar a intercambios sociales y comerciales de diversa índole entre Euskadi y Aquitania, el primer gran hito de la diplomacia vascofrancesa llegó en octubre de 1989 con la firma del Protocolo de Cooperación Transfronteriza entre ambas regiones.

Posteriormente, con el progresivo debilitamiento de las fronteras, fruto del proceso de formación de la Unión Europea, estas dos comunidades que habían vivido de espaldas durante muchos años siguieron explorando vías de colaboración para estrechar lazos.

Uno de los salvoconductos que ha permitido acercar a ambas comunidades fue la firma del Tratado de Bayona, en 1995, que permite articular lazos de conexión sin restar a los estados español y francés competencias en materia de relaciones internacionales.

Pese a contar con estructuras administrativas diferentes, con poderes competenciales y recursos financieros desiguales, Euskadi y Aquitania han logrado ensamblar una arquitectura transfronteriza de orden complejo.

De todas las entidades y organismos existentes, la Eurorre-gión, última en constituirse, será la institución encargada de ordenar en adelante las relaciones entre ambas partes y contará con una estructura operativa propia. Sus áreas de trabajo principales, aunque no únicas, serán las infraestructuras de transporte y comunicaciones para favorecer la accesibilidad y el tráfico de mercancías y viajeros, y el medio ambiente para mejorar el respeto al entorno.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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