Malversación constante
La percepción del gasto que se hace con el dinero público es que se malversa continuamente desde Ayuntamientos, hasta órganos gubernamentales, empresas adjudicatarias, paraísos fiscales... y no sabemos adónde más.
Si no se puede reforzar el control o idear un sistema de inspección eficiente o incluso un sistema más democrático para que por sufragio se pueda elegir realmente las necesidades de la sociedad, que no es cualquier invento que se le ocurra a quien sea que tenga poder para dejar un sello de su ego en el mundo, o para engrosar su poca filantrópica herencia económica; entonces seguiremos teniendo la triste percepción que mucha parte del dinero, que es de todos, se lo llevan personajes que han tenido la suerte de disponer de unas facilidades, muchos desde el mismo momento que nacieron, y se aprovechan de ellas con el beneplácito de la democracia que les ampara.
Que la justicia sea igual para todos es la forma más demagógica de llamarla, porque de nuevo el dinero proporciona mejores recursos a quien los tiene, muchas veces para defender los bienes públicos apropiados ilícitamente o en condiciones no muy claras. Es una espiral del sinsentido sin principio ni fin claramente incomprensible que esté funcionando de ese modo aun hoy en día.
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