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La flexibilidad interna

Una alternativa a destruir empleo

Manuel V. Gómez

En el peor año de la crisis hasta ahora, 2009, la economía española cayó un 3,7%; la alemana, un 5,1%. Ese año, España destruyó 1,2 millones de empleos; Alemania creó 20.00. Detrás de esta odiosa comparación están las medidas de flexibilidad interna en las empresas: las reducciones horarias y las bajadas de sueldos proporcionales, los descuelgues salariales de los convenios, los traslados o los movimientos de jornadas.

El excesivo peso de la temporalidad y la estructura productiva lastra el desarrollo de estas medidas. No obstante, su uso en España es escaso [ver gráfico]. Las reformas de 2010 y 2011 trataron de impulsarlas. "Van en la línea adecuada", analiza Carlos García Serrano, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, "pero los resultados no van a ser inmediatos". Algo han logrado; las regulaciones de empleos de reducción de jornada y suspensiones temporales de empleo han crecido. Pero no lo suficiente, como ha demostrado la EPA de julio a septiembre, donde cayó el empleo indefinido.

"Todavía se puede hacer mucho en este tema, tanto en la ley como en los convenios", explica Jesús Cruz Villalón. Él es partidario de que estas medidas siempre sean pactadas entre trabajadores y empresario. De lo contrario, no funcionan. Aunque cree que todavía se puede dar más margen a los empresarios para tomar decisiones; por ejemplo, aumentar el margen de disponibilidad de horas al año del 5% que tiene ahora al 10%.

Salvador del Rey, de Cuatrecasas, por su parte, defiende que si no hay pacto entre las dos partes prime la decisión empresarial en las medidas coyunturales. Algo que, según Cruz Villalón, es de dudosa constitucionalidad.

No obstante, para que la flexibilidad interna funcione tiene que encontrar el terreno abonado. Y esto sucede allí donde la industria tiene un mayor protagonismo (en la construcción, la flexibilidad interna es de difícil aplicación), las empresas son de una dimensión significativa o los puestos de trabajo son más productivos. Es el caso del País Vasco, donde el sector industrial supone el 27% de la economía, frente al 17% del resto de España. Durante la crisis, el paro en Euskadi ha subido en cuatro puntos porcentuales (hasta el 12,1%); en el conjunto de España, el desempleo ha pasado del 7,9% al 21,5%.

"La industria especializada necesita mano de obra especializada. Esas empresas, cuando cae la actividad, lo último que hacen es desprenderse de mano de obra, porque cuando vuelvan los pedidos necesitan trabajadores formados", explica Bernabé Unda, consejero de Industria del País Vasco, donde "se han usado de forma masiva los ERE de suspensión de contratos y de reducción de jornada".

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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