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El Consell admite que los grandes eventos podrían costar la mitad

Johnson tiene todos los contratos para renegociarlos uno por uno a la baja

La consigna es clara: hay que abaratar al máximo los grandes eventos, convertidos en paradigma del gasto a manos llenas de los años de bonanza. La Generalitat no quiere renunciar a ellos, entre otros motivos porque tiene contratos firmados que está obligada a cumplir, pero ha empezado a renegociar los primeros. Lo dicen allí donde se les pregunta los máximos responsables del Consell. Lo repitieron esta semana en la feria de turismo de Madrid (Fitur) donde la diluida visibilidad de una oferta que fue buque insignia de la política turística en la etapa de Francisco Camps refleja con claridad el cruce de caminos en el que se encuentra el equipo de Alberto Fabra. Pero la fórmula 1 no es una isla. "Todos los grandes eventos están sometidos a revisión. No se renuncia a ellos porque son beneficiosos, ahora bien, tenemos que adecuarlos a esta realidad", declaró el jueves a este periódico la consejera de Turismo, Lola Johnson. La consejera evitó hablar de datos concretos. "En unos casos podría bajarse [el coste] un 50% y en otros un 15%", se limitó a poner de ejemplo.

Johnson: "Todos los grandes eventos están sujetos a una revisión"

La Generalitat tiene todos los contratos de los grandes eventos "encima de la mesa", según incidió Johnson. Los grandes eventos son además del gran premio de fórmula 1, la Volvo Ocean Race de Alicante y el máster de golf Castellón-Costa Azahar. La Global Champions Tour, la prueba hípica que se disputaba junto al Museo Príncipe Felipe, se ha dejado de organizar tras tres ediciones. Conocida como la fórmula 1 de la hípica, la competición trajo a Valencia a amazonas aficionadas, personajes por otra parte habituales del papel cuché como la hija de Carolina de Mónaco, Carlota Casiraghi, la heredera de la fortuna Onassis, Athina Onassis o la hija del propietario del imperio Inditex, Amancio Ortega, Marta Ortega. De todos los eventos que se mantienen, en cualquier caso, el que menos preocupa al Consell es la salida de la Volvo Ocean Race del puerto de Alicante "porque no es anual", puntualizó la consejera de Turismo, y porque el Consell siempre ha asegurado que se autofinancia con los patrocinios privados.

Esta línea de trabajo del Consell ha sido este año uno de los protagonistas de Fitur. Tanto por la presentación de la oferta como por la propuesta que lanzó en los días previos a la celebración del certamen el vicealcalde de Valencia, Alfonso Grau, que defendió que los beneficiarios, en este caso de la fórmula 1, en referencia a los empresarios, ayudaran económicamente a celebrar el evento. Es, agregó, el modelo anglosajón. El planteamiento fue muy bien recibido por el vicepresidente del Consell, José Ciscar: "Si algo tiene retorno para el mundo empresarial, lo lógico es que se implique". Nada más lejos de la voluntad de los empresarios de la ciudad, que, pese a valorar el beneficio de la competición, recuerdan que no conocen ni el retorno ni el coste de su organización y que tampoco han sido consultados a la hora de decidir si el dinero se destina a la fórmula 1 o a cualquier otra cosa. Nadie más replicó, al menos públicamente.

Fitur ha vivido este año una edición de mayor austeridad, pero también de ausencias y estrenos. Entre las primeras, la multitud de representantes políticos que cada año llenaban el pabellón 5 de la feria de Madrid (Ifema) donde se concentra la oferta institucional valenciana. También se notó una presencia empresarial más contenida. Y de estrenos para la consejera de Turismo y también para el presidente del Consell, Alberto Fabra, que hizo de tripas corazón para lanzar un llamamiento a la unidad cuando al PP valenciano se le abren nuevas vías de agua, con el distanciamiento, sobre todo de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que se siente desplazada tras la marcha de Francisco Camps. Barberá no ha acudido a Fitur este año.

Repensar Fitur

Es ya un clásico cuestionar la feria de turismo de Madrid cada año durante su celebración. Pero hasta ahora se hacía en voz baja y los comentarios solían acompañarse con un "pero en Fitur hay que estar". Las cosas están cambiando. Hay cierto consenso entre políticos y empresarios a la hora de admitir que hay que introducir cambios en la presentación de la oferta. Después, cada uno apunta en una dirección. Todavía no hay una alternativa clara a la feria tal y como es actualmente.

"¿Dónde están los clientes?" se preguntaba a las 11.00 del jueves el presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de la Costa Blanca, Serge Gambi. El empresario subrayaba que las novedades tecnológicas han cambiado la forma de relacionarse compradores y vendedores. "¿Vale la pena gastarse tanto dinero para saludar a colegas?", agregaba. Ferias como Fitur siguen siendo útiles, aporta el vicepresidente de Unión Hotelera, Luis Martí, aunque en ellas "ni se compra ni se vende". Martí cree que el espejo en el que mirarse es la feria de turismo de Berlín, más vinculada al negocio directo. Y apunta a instalar una estructura muy volcada a la venta, menos expositiva y más de mesa de trabajo.

La consejera de Turismo también explica que empiezan a repensar el próximo Fitur. La Comunidad Valenciana tiene que volver a sacar a concurso su expositor y, además, renegociar con la feria de Madrid (Ifema) el espacio que ocupará la Comunidad Valenciana. "Fitur es un escaparate incuestionable. Ni podemos ni debemos renunciar", opina Lola Johnson. La consejera no adelanta su intención: "Igual nos interesa seguir ocupando solos un pabellón", comenta. Lo que sí admite abiertamente es que la Generalitat se va a replantear su presentación expositiva en la línea con lo presentado ya en esta edición por Costa Blanca al dividir la oferta por producto (cultura, costa, gastronomía.). Johnson defiende que cada vez se venden destinos "más compactos" y no pierde de vista lograr una marca única para determinados mercados. Es el "reto", asegura.

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