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Alemania agita el debate sobre el recorte de ayudas a las renovables

El líder de la energía verde se suma a la tendencia a frenar la fotovoltaica en la UE

Las renovables viven un momento confuso, de encrucijada, de noticias contradictorias. Un día se anuncia que la inversión en energías limpias subió un 5%, en 2011, alentada por el retroceso nuclear y, a la semana, un nuevo informe augura un freno por el aumento del gas no convencional en EE UU. Entre tanto ruido destaca el debate que se ha abierto en Alemania sobre el sobrecoste que tiene para el consumidor la energía solar y la necesidad de recortar las primas. España, Reino Unido y Francia ya habían aprobado antes rebajas de las subvenciones por ser demasiado caras para el consumidor y no fomentar la investigación. Pero que el tema haya llegado a Alemania es especialmente relevante porque es, junto con Dinamarca, el líder en energía verde, el campeón que propugna abandonar la energía atómica.

Reino Unido y España ya han rebajado las primas a la solar
La inversión en energía limpia es cinco veces mayor que en 2004

El objetivo era tan ambicioso que la canciller Angela Merkel lo calificó de "tarea hercúlea". La primera economía de Europa está abandonando la energía atómica en un giro histórico hacia las renovables. El apagón nuclear culminará en diez años, que también es el plazo para que se sustituya la electricidad de las plantas atómicas por otras fuentes de energía. Sin embargo, el ministro de Medio Ambiente, Norbert Röttgen, anunció ayer que el Gobierno planea recortar las subvenciones a la energía solar para "reducir" la conexión de nuevos paneles.

Según cálculos de RWI, un instituto económico, las subvenciones a la energía ganada por los paneles fotovoltaicos conectados entre 2000 y 2011 costarán unos 100.000 millones de euros. La energía solar se come el 56% de las subvenciones destinadas a las renovables, pero solo representa el 20% de la producción eléctrica de dichas fuentes. La fotovoltaica percibió en 2011 ayudas por más de 8.000 millones de euros.

Alemania ha vivido una eclosión de la solar fotovoltaica muy superior a la que en 2008 disparó la alarma en España y llevó al Ministerio de Industria a recortar las primas ya acordadas (un caso que sigue en los tribunales internacionales). Berlín esperaba instalar el año pasado menos de 5.000 megavatios fotovoltaicos (la potencia de cinco nucleares). Sin embargo, a final de año descubrió que la potencia añadida era de unos 7.500 megavatios. Eso es más del doble de lo que instaló España el año de la burbuja. Hoy, Alemania tiene casi 25.000 megavatios fotovoltaicos instalados frente a los 4.000 de España.

La previsión de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) para 2011 cifraba en 5.361 millones el importe de las primas para las renovables en España. De ellas, la mayor parte corresponderían al sector solar fotovoltaico (2.203 millones), seguido por el eólico (1.850 millones) y la solar termoeléctrica (391 millones). Las primas están garantizadas durante 25 años a los productores y ahora se suma la construcción de enormes centrales termosolares. El desequilibrio radica en que la eólica es ya el 16% de la producción eléctrica nacional mientras la fotovoltaica es solo el 3%. España ha logrado exportaciones y empleos en una tecnología puntera pero también ha habido excesos que se pagarán durante décadas.

El ministro Röttgen, democristiano como Merkel (CDU), descartó ayer una reforma radical del sistema de subvenciones a las renovables. En una intervención en el Congreso de la Energía que convoca en Berlín el diario económico Handelsblatt, aseguró que se reunirá con "representantes del sector" para negociar un recorte extraordinario en las subvenciones. Tiene que especificar aún cuánto va a reducirlas este año, en el que ya estaba previsto una rebaja del 15% en julio.

El problema radica en que la tecnología va mucho más rápido que la legislación. Desde que un Gobierno decide crear un sistema de incentivos a la solar hasta que lo pone en marcha pasan un par de años. En ese tiempo los precios de los paneles bajan tanto que cuando llega la prima es un negocio fabuloso y puede llegar a crear una burbuja. Según un informe de la consultora Bloomberg New Energy Finance, "el precio de los módulos fotovoltaicos cayó un 50% en 2011 y ya es un 75% más barato que a mitad de 2008". Entonces, el precio del silicio para los paneles estaba a 400 euros el kilo y ahora ronda los 30 euros. La bajada de costes es una buena noticia y demuestra que puede tener un futuro competitivo sin subvenciones a medio plazo. Pero a corto genera enormes beneficios a costa del consumidor y, por lo tanto, especulación.

Tomás Díaz, de la patronal fotovoltaica Asif, explica que el impulso ambiental sirvió en un principio para alentar las renovables, pero que cada vez más, con la bajada de costes, su motivación es económica. Todo el debate en Alemania está movido por "el lobby atómico que contraataca al apagón nuclear", señala Carlos Bravo, de Greenpeace. Simbólicamente, esta organización ecologista presentó ayer en la sede de la CNE su informe sobre un futuro renovable.

Así, la inversión en renovables en todo el mundo creció un 5% en 2010 y alcanzó los 202.000 millones de euros, según Bloomberg New Energy Finance. La cifra supone una inversión cinco veces superior a la de 2004. El mayor crecimiento se produjo en la energía solar (pese a quiebras como la de Solyndra en EE UU). EE UU superó a China como principal inversor en renovables. Pero en tiempos de austeridad las energías limpias son un blanco evidente. Según Ernst & Young, la crisis de la Eurozona "provoca una reducción drástica de las inversiones en sostenibilidad por parte de las 10 principales economías del mundo que pueden ascender a los 34.000 millones de euros hasta 2015".

En España, Industria lanza mensajes de que habrá que recortar la retribución de las eléctricas tradicionales (nucleares e hidráulica) pero la termosolar también está en el punto de mira. La fotovoltaica considera que ya no puede sufrir más recortes (tiene un cupo máximo anual de 400 megavatios que no se cumple) y la eólica incluso desechó la última oferta de retribución que realizó el Gobierno socialista confiando en que el PP la mejoraría.

El Gobierno alemán tiene prisa en resolver un asunto que ya es fuente de tensiones entre los dos partidos de la coalición de centro-derecha que preside Merkel. Recientemente, el ministro de Economía y líder liberal Philipp Rösler (FDP) propuso la abolición de las subvenciones. El FDP aceptó el apagón atómico a regañadientes. Mientras, la industria de tecnología solar alemana, puntera hace una década, se muestra incapaz de plantar cara a la competencia asiática y sufre una crisis que ha acabado con varias firmas.

Jordi Ortega, del grupo de investigación de cambio climático y sostenibilidad de la Universidad Carlos III, explica que las declaraciones de Rösler hay que entenderlas dentro del debate entre la coalición alemana: "Los liberales van muy mal e intentan captar votos con este discurso".

Planta solar de la central de Tabernas, en Almería.
Planta solar de la central de Tabernas, en Almería.FRANCISCO BONILLA

Las nucleares japonesas operarán hasta 60 años

Las centrales nucleares japonesas podrán funcionar hasta los 60 años. A pesar del desastre de Fukushima, el país sigue las directrices de Estados Unidos, que ya ha autorizado a decenas de centrales que funcionen seis décadas aunque inicialmente fueron diseñadas para 40 años. La decisión del Gobierno japonés se produce en un momento en el que solo cinco de sus 54 reactores están en marcha. El resto están parados para ser sometidos a inspecciones. Además, el país debate una nueva estrategia que dé más peso a las renovables frente a la nuclear.

Japón pretende fijar la vida en 40 años y permitir a las eléctricas pedir dos ampliaciones de 10 años cada una. "No cambia el hecho de que el número de reactores nucleares va a seguir cayendo", dijo un miembro del Ejecutivo. Actualmente, tras 30 años de funcionamiento, las nucleares japonesas pueden pedir renovaciones de 10 años pero sin que la legislación contemple un máximo. Antes de Fukushima, la nuclear suponía un 30% de la electricidad del país.

Estados Unidos ya ha dado 60 años de vida a centrales similares a las de Fukushima (que es como la de Garoña). En España no existe límite legal de funcionamiento, aunque inicialmente se definía para 40 años. El Gobierno del PP ha pedido al Consejo de Seguridad Nuclear que revise las condiciones para que Garoña (que abrió en 1971) pueda llegar hasta los 50 años.

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