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Reportaje:La crisis del euro

Angela, guarda mi dinero

El miedo permite que Alemania y Estados Unidos cobren intereses por financiarse en los mercados mientras otros pagan cifras récords

Amanda Mars

Se abre el telón y se ve a un tipo prestándole algo de dinero a Angela Merkel para que se lo devuelva en seis meses. Cuando transcurra el plazo, según pactan, la canciller alemana no se lo devolverá con intereses, sino que se quedará con una parte pequeña parte. El tipo paga por prestar dinero y Merkel cobra por recibirlo. La película podría llamarse de muchas formas, a saber: Deuda pública: fenómenos extraños; Pánico en el mercado; Nadie se fía de nadie, Mucha liquidez y poco crédito...

O, simplemente: Angela, cuida de mi dinero. El filme se estrenó esta semana. Alemania vendió letras a seis meses con un interés negativo -mínimo, pero negativo: del -0,012%-. Colocó de 3.900 millones de euros y ocurrió por primera vez en la historia. La deuda pública alemana ya habían cotizado con rentabilidades negativas (o sea, a pérdida) en las operaciones de compraventa de títulos entre inversores -eso que la jerga financiera llama mercado secundario-, pero esta fue la primera vez que ocurrió en una subasta del Tesoro germano.

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El mercado pagó por prestarle su dinero a la fiable y recta Alemania, la que pilota ese salvamento del euro. No solo eso, la demanda por esas letras casi triplicó a la oferta, obra y gracia del miedo. Por hacer una comparación -odiosa-, la última subasta española del mismo tipo de deuda, a seis meses, tuvo que pagar en diciembre un interés del 2,4%.

El temor ha inundado la deuda pública europea, esa antaño inversión tan anodina pensada para los ahorradores más prudentes, y hoy convertida en deporte de riesgo, puro casino, salvo cuando se trata de las tradicionales potencias como Alemania y Estados Unidos.

"Estos inversores están metiendo el dinero debajo del ladrillo, porque hay pérdida sí, pero muy poco significativa, y prefieren asegurarse ese dinero", apunta el director de la mesa de deuda pública de Ahorro Corporación, Javier Ferrer. Desde Londres, el responsable de estrategia para Europa de UBS, Justin Knight, cree que "esos inversores no se preocupan por obtener una rentabilidad, sino que les preocupa el retorno del dinero en sí mismo, están huyendo del riesgo y, por tanto, de la deuda de los países periféricos".

Al día siguiente de la subasta alemana, EE UU dio otra campanada: el interés de las letras a 10 años que emite el Tesoro estadounidense se colocó por debajo del 2% también por primera vez en la historia, en una subasta que colocó 21.000 millones de dólares a un tipo del 1,9%. Y todo eso pese a que la primera potencia del mundo perdió el pasado verano la máxima calificación de solvencia, la famosa triple A que le acaba de ser arrebatada a Francia por parte de Standard & Poor's. "Siempre seremos un país triple A", replicaba Barack Obama en un patriótico alegato.

Y parece que el mercado le da la razón al presidente americano. La demanda por activos del Tesoro como refugio ha impulsado la deuda a 10 años o más hasta un 28% en los últimos 12 meses, el máximo entre bonos de 144 países, según datos recopilados por Bloomberg y los tipos de interés han caído más de 140 puntos básicos (o porcentuales) en 2011.

Mientras España e Italia pagan intereses récord por financiarse, la deuda del Tesoro estadounidense y alemán se intercambia entre inversores también a tipos de interés negativo o prácticamente cero cuando se trata de vencimientos a menos de un año, con una rentabilidad irrisoria que, descontando el efecto de la inflación, ronda la pérdida. Lo mismo ocurrió con Suiza, Dinamarca o Singapur.

Los bonos alemanes a 10 años pagan el interés más bajo en la etapa del euro, un 1,8%, mientras que en 2008 pagaban el 3%. España paga el 5,1% por lo mismo. La diferencia entre un interés y el otro es la llamada prima de riesgo de la que hablan los periódicos desde que comenzó esta crisis de deuda soberana.

¿Quién se lanza a por los bonos negativos? Sobre todo fondos especializado en deuda pública. Ven cómo la banca negocia con Atenas -no sin grandes dificultades- para renunciar a cobrar la mitad del dinero que les ha prestado. También lo hacen algunos bancos fuera de la zona euro. "Los que están invirtiendo en estos bonos refugio no son bancos euros, porque estos preferirían prestarle dinero al Banco Central Europeo (BCE) y lograr al menos un 0,25% de rentabilidad, son bancos fuera de la zona euro o fondos que tienen exceso de liquidez y unos clientes que quieren huir del riesgo", dice Knight.

Es difícil que las letras alemanas se revaloricen en un plazo de solo seis meses. Mucho dinero se está refugiando también en otras guaridas tradicionales: el oro (en máximos históricos) o divisas fuertes como el franco suizo, aunque se acaba de devaluar. Y, sin embargo, el mundo al revés: fondos de inversión de alto riesgo -los hedge funds- buscan cómo hacer negocio con los bonos griegos. Compran bonos muy devaluados en el mercado (se pagan rentabilidades de hasta el 200% debido al riesgo de impago) y se cubren con seguros de impago. Si les obligan a aceptar la quita del 50%, cobrarán el seguro.

Otro fenómeno extraño, cortesía de la crisis: empresas que prestan dinero a los bancos, y no al revés, según una información de Reuters que citaba a Johnson & Johnson, Pfizer o Peugeot. La barra libre de préstamos a tres años del BCE -casi medio billón de euros- permitió a España e Italia cerrar con éxito la subasta de deuda del pasado jueves. "Hay un excedente de liquidez en el mercado", apunta Javier Ferrer, "pero al mismo tiempo, una gran desconfianza y nadie quiere prestarlo". Para empresas y familias las compuertas siguen cerradas.

Agentes que trabajan en la Bolsa de Fráncfort, el pasado jueves.
Agentes que trabajan en la Bolsa de Fráncfort, el pasado jueves.AMANDA ANDERSEN (REUTERS)

Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press
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