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La crisis del euro | Peligra el salvamento griego

Grecia y la banca fracasan en las negociaciones

El rescate necesita que el sector renuncie al 50% de la deuda de Atenas

Que las conversaciones entre Grecia y la banca para que esta renuncie al 50% del dinero que le debe el país iban mal se percibía desde hace días, pero ayer banqueros y Gobierno hicieron muy visible su desencuentro. Las negociaciones para el acuerdo que debe hacer posible el segundo rescate financiero de los griegos descarriló ayer. El primer ministro griego, Lukas Papademos, y el director de la entidad que representan a la banca mundial, el Instituto Internacional de Finanzas (IIF), Charles Dallara, se despidieron sin acuerdo.

No es una ruptura definitiva, al menos para una de las partes. Fuentes del Ejecutivo heleno citadas por la agencia Amna aseguraron que las negociaciones seguirán la semana que viene, aunque el IIF lamentó que "no se ha producido una respuesta constructiva por todas las partes" y alertó de que el tiempo se acaba.

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El nudo gordiano de las conversaciones con la banca es el tipo de interés que tendrán los nuevos títulos de deuda que sustituyan a los actuales. Pero también se debate sobre la legislación que se aplicará a estos bonos. Atenas quiere que la norma a aplicar sea la griega, mientras que los acreedores exigen la británica.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo un llamamiento a las partes. "Esperamos que se retomen las negociaciones entre Grecia y sus acreedores. Es importante que estas lleven a un acuerdo sobre la participación del sector privado que, junto con los esfuerzos de las autoridades, garantice la sostenibilidad de la deuda", indicó el organismo en un breve comunicado. Una eventual bancarrota de Grecia pone a toda Europa en vilo, una Europa que ayer además estaba angustiada por la rebaja de la nota de solvencia de Francia, lo que puede perjudicar la financiación del fondo de rescate europeo.

El Fondo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) forman la troika que respalda el paquete de ayuda financiera a Grecia y controla el programa del país para reducir su abultada deuda y corregir el déficit público. Bruselas confió en que se alcance "pronto" un pacto de Atenas con los acreedores privados sobre la quita que se aplicará a la deuda helena y advirtió de que un posible aumento de los fondos públicos necesarios para el segundo rescate, que en principio se situaban en 130.000 millones de euros, no podrá confirmarse hasta que no se cierre este acuerdo con el sector privado.

La quita voluntaria sobre la deuda privada de Grecia se acordó dentro segundo plan de salvamento económico de Atenas pactado en la cumbre europea del pasado 26 y 27 de octubre. El programa también incluye una inyección de esos 130.000 millones hasta 2014 pero conlleva nuevas dosis de sacrificios sociales para sus ciudadanos. El objetivo es reducir la deuda (y evitar así la quiebra) hasta el 120 % del PIB en el año 2016, frente al 160% actual.

Algunos medios griegos se han referido a que varios fondos de alto riesgo que poseen deuda del país están negándose a una quita de la deuda, algo que también han opinado algunos analistas citados por la agencia Bloomberg, una postura que podría llevar al Gobierno griego a aprobar una ley que obligue a todos los acreedores a aceptar la condonación. Según el diario Kathimerini, Pantelis Kapsis, portavoz del Gobierno, aseguró que esa posibilidad existe, aunque se remitió a ver en qué queda el acuerdo final antes de hacer más comentarios.

Esa ley supondría la introducción de la llamada cláusula de acción colectiva, que obligaría a todos los tenedores de deuda a aceptar la quita, siempre y cuando la mayoría esté de acuerdo. Sin embargo, ese paso podría provocar que las agencias de calificación de riesgo declararan a Grecia en quiebra y abriría la puerta a que los tenedores de permutas de incumplimiento crediticio reclamaran el pago de su dinero.

Peatones pasan frente a un vagabundo a las puertas del Banco de Grecia en Atenas.
Peatones pasan frente a un vagabundo a las puertas del Banco de Grecia en Atenas.T. STAVRAKIS (AP)

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