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Columna
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El bastión

Es muy sentimental el gesto de Carme Chacón: presentarse como candidata a la secretaría general del PSOE en el pueblo de su padre, Olula del Río, a orillas del río Almanzora y en el centro de la provincia de Almería. Es sentimental y político, porque la familia tiene un valor político denso, y en los despachos de los líderes mundiales figuran junto a la bandera de la patria los portarretratos con los hijos y los ancestros, e incluso el perro de la casa. Son humanos los jefes, tienen sus seres queridos, sus raíces de tierra y sangre, que diría un amante de las identidades nacionales. De Olula emigró a Cataluña el padre antes de que naciera Carme Chacón. Pero la visita a Olula, además de emotiva, es táctica: el socialismo andaluz supone el 24% de los votos en el congreso que elegirá el mes que viene, precisamente en Sevilla y en vísperas de elecciones autonómicas, a la futura dirección del PSOE.

Hasta ahora, en lo básico, la lucha entre Chacón y el otro candidato, Rubalcaba, su par y rival, consiste en un juego entre personalidades con demostrada capacidad de mando, ministros del ejército y de la policía con el presidente Zapatero, celebridades más preocupadas por las técnicas de comunicación con su público que por lo que cabe decir a propósito de las necesidades políticas del momento. Espero, como espectador interesado, que la máquina binaria Chacón/Rubalcaba hable en voz alta alguna vez de sus ideas contrapuestas. Un ideólogo oficial socialista recomendaba el otro día en este periódico "abrir un debate ambicioso sobre los retos que debe afrontar el PSOE". Y yo pensé que el ideólogo era de otra época. Hace mucho que los autores de discursos publicitarios tendrían que haber asumido el reto de no volver a pronunciar esa frase zombi que repite robóticamente que todo es un reto que debemos afrontar. Y una apuesta.

El mismo pensador encabezaba las nuevas ideas vencedoras socialistas con una entusiasta "apuesta por la economía de la prosperidad", como si existiera algún partido que apostara contra la prosperidad. Espero que los socialistas reunidos en Sevilla sean intelectualmente más ambiciosos y más responsables, porque su congreso se celebra en un momento, coyuntural e histórico, que exige discutir lo más urgente: la función y el sostenimiento del Estado, los ingresos y los gastos públicos. Esta crisis es la crisis del Estado social y democrático de Derecho. Y España es un Estado fundamentalmente desigual, hijo raro del franquismo, con regiones profundamente desiguales en sus rentas por habitante, del País Vasco, Navarra, Madrid y Cataluña, a la distante Andalucía, emotiva "segunda tierra" de Carme Chacón.

"Bastión de la socialdemocracia en Europa" llamó Chacón a Andalucía en Valencia, donde anunció que anunciaría su candidatura en Olula del Río. Si Andalucía es tal bastión, se trataría de una socialdemocracia atípica, algo contrahecha, muy distinta de la vieja socialdemocracia del centro y del norte de Europa que, rompeolas contra el socialismo brutal de la Unión Soviética, ofrecía pleno empleo (e incluso requería la presencia masiva de emigrantes andaluces) y se sostenía gracias a un sistema fiscal estricto, base de la distribución de riqueza y de la cohesión entre los ciudadanos, y a la presión de unos sindicatos con influencia real, no meras burocracias adheridas a la Administración pública y sin incidencia en el bienestar de la mayoría de los trabajadores.

En Olula del Río, capital del mármol donde hasta el templo principal es un monumento al mármol, los socialistas deberían meditar sobre los peligros de petrificarse irremediablemente entre el ensimismamiento y el cliché, esa maraca vacía de la renovación, la modernización, la conexión con los jóvenes, la sociedad de las oportunidades y el conocimiento, el mismo folleto publicitario de hace una década.

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