Jaime Bayly: El 'showman' ya no quiere ser presidente de Perú
En 2010 amagó con presentar su candidatura. Hoy no piensa regresar a su país en cinco años. ¿Dónde acaba la realidad y empieza la ficción en la vida del controvertido periodista y escritor?
Desde 2008, el limeño Jaime Bayly anunciaba que quería ser "el primer presidente bisexual, impotente y agnóstico de Perú" y agregaba que también quería ser "primera dama". "No aspiro a ganar, pero quiero ser candidato. ¿Para qué? Para joder, no quiero cambiar el Perú, solo joder", dijo desde su programa televisivo El francotirador. Este programa, estrenado en 2001 después de la caída del régimen autoritario de Fujimori, se había convertido en un espacio satírico influyente en la escena local. Allí Bayly, con sonrisa cínica y aire pontificador, había desbaratado la candidatura presidencial de la conservadora Lourdes Flores al preguntarle si era virgen, había liderado una campaña para que el expresidente Alejandro Toledo reconociera a una hija extramatrimonial, le había preguntado al reelecto mandatario Alan García si estaba loco. A través del humor y el controvertido personaje que había creado en más de 25 años de televisión, Bayly se había convertido en el periodista más poderoso de Perú, un país que salía de una década de corrupción institucionalizada, con una clase política desprestigiada y en que el entretenimiento y el espectáculo eran componentes esenciales del discurso político.
Apareció con un 2% de intención de voto en las encuestas. Llegó al 10% en Lima
Notificó en un periódico que su exesposa e hija debían abandonar su casa
"Siempre cree que lo espían o que lo persiguen", dice de él un excompañero sentimental
Lo que no parecía más que otra broma del irreverente Bayly tomó un giro inesperado a comienzos de 2010. Se hizo pública su alianza con el veterano político José Barba, quien lanzaba extraoficialmente al conductor como candidato presidencial de su partido político Cambio Radical. Bayly empezó a aparecer en las encuestas con un 2% de intención de voto y llegó a tener un 10% en Lima. La ciudad comenzó a poblarse de ambiguos carteles promoviendo su candidatura. Junto al cantante popular Tongo, lanzó un tema musical de campaña: Jaime para presidente. Fue un hit instantáneo que acumuló miles de visitas en YouTube.
Desde su columna en un periódico y su programa televisivo, Bayly había explicado las principales ideas de su "plan de gobierno": legalización de las drogas y el matrimonio gay, despenalización del aborto, reducción del poder de la iglesia católica y del presupuesto para las Fuerzas Armadas, y sobre todo una reforma educativa. "El día en que el niño más pobre pueda ir a un colegio gratuito igual de bueno que el colegio al que van mis hijas, ese día sentiré que algo bueno y noble he hecho por mi país", escribía, impregnado de populismo. También ofrecía un indulto al expresidente Alberto Fujimori, encarcelado por violaciones contra los derechos humanos.
La noticia acaparó la atención de la prensa nacional e internacional. Según el veterano periodista César Hildebrandt, el fenómeno Bayly se explicaba "por la ruina de la política peruana y el desastre de la educación". Federico Salazar, periodista y amigo de juventud de Bayly, escribía: "Bayly nos está haciendo participar en un gran reality de la televisión. En ese género se pone una cámara para ver cosas en vivo de una realidad un tanto fingida. ¿No es eso, después de todo, el proceso electoral?". El asunto es que analistas, políticos, gente de la farándula y hasta el mismo presidente del país se manifestaron con respecto a la posible candidatura. "La veo con simpatía", dijo Alan García. "Ha puesto sobre el tapete una serie de temas que nadie pone". Aún ahora, a la distancia, es interesante preguntarse: ¿por qué todos le seguían la corriente?
La respuesta debe estar en el complejo y contradictorio personaje que es Bayly y su escandalosa carrera en los medios. Jaime Bayly Letts (Lima, 1965) es el tercero de 10 hijos de una familia de clase alta. Comenzó como periodista a los 16 años en el diario peruano La Prensa y luego pasó a la televisión como comentarista político serio. Precoz y talentoso, pronto tuvo un programa propio de entrevistas. Fue pionero en adaptar géneros televisivos estadounidenses y se inspiró en David Letterman, en la tradición del stand-up comedy y del late night show. Sus preguntas atrevidas y sus devaneos sexuales lo convirtieron en el "niño terrible" de la televisión peruana. Era, además, la época en que intentó suicidarse y era adicto a la cocaína, tal como él mismo ha revelado repetidas veces en sus escritos. Y poco después, mientras se convertía en una celebridad internacional, se entregó también al oficio de escritor.
Desde que apareció su novela No se lo digas a nadie en 1994, Bayly ha publicado más de una docena de libros. Sus primeras novelas, de intencional tinte autobiográfico, hablaban de jóvenes confundidos de estatus privilegiado, de homosexualidad y de la autodestructiva compulsión de las drogas. En estas historias retrató sin pudor a personajes de la farándula, de la política o de su entorno familiar. Sus libros siempre han jugado con el límite entre la realidad y la ficción. Y a menudo su vida también.
Su posible candidatura llevaba ya varios meses en la agenda noticiosa del país (en secciones de espectáculo y de política). Pocos sabían si era una broma demasiado prolongada o estaban frente al outsider que podía dar una sorpresa en las elecciones de 2011. Ante sus detractores, decía: "No me conocen bien. Hay momentos para bromear y otros para tomarse las cosas en serio... Si yo fuera tan frívolo y holgazán como dicen, no sería candidato, me quedaría ganando dinero en la televisión y publicando mis libros y mis columnas. Ahora debo devolver lo mucho que el destino me ha dado". Pero, en momentos de desilusión y tropiezos, se alejaba de la aventura política. "Espero llegar a los 50 años escribiendo, leyendo, viajando, follando, y en ningún caso siendo presidente del Perú o de ninguna otra tribu", escribía en su columna del diario Peru21.
Este periodo de campaña electoral le sirvió a Bayly no solo para mantener un alto rating televisivo, sino también para dar rienda suelta a su ya habitual exhibicionismo. Siempre había ventilado públicamente sus aventuras amorosas, especialmente las homosexuales, e incluso durante un tiempo le dio por besar a hombres en los labios frente a las cámaras. El beso más famoso fue en España con Boris Izaguirre en Crónicas marcianas y disparó la audiencia del programa.
Con la excusa de buscar una primera dama y siempre bajo el marco del espectáculo, Bayly compartía otra vez con la audiencia-electorado su intimidad. Entrevistó en su programa a su exesposa Sandra Masías, con quien tiene dos hijas, Camila y Paola. Dijo que eran las mujeres más importantes de su vida. También alabó el cariño de su amante argentino, el periodista Luis Corbacho, cuya carrera literaria había apadrinado. El efecto sorpresa fue, sin embargo, presentar ante las cámaras a su nueva amante: Silvia Nuñez del Arco, una hermosa joven de 21 años que aspiraba a ser escritora. Dijo que ella lo había salvado de la impotencia sexual (mal que atribuía a las pastillas antidepresivas que tomaba) y que esperaba que, en algún momento, le diera un hijo.
Una serie de desavenencias hizo que Bayly cortara su relación con el partido Cambio Radical y buscó una nueva plataforma política. Tuvo acercamientos con el conservador Partido Popular Cristiano (PPC). El problema era, según se rumoreaba, que Lourdes Flores, la líder del PPC y quien encabezaba en ese momento las encuestas para la alcaldía de Lima, la misma a la que había preguntado en antena si era virgen, se opuso a aceptar su candidatura presidencial. Bayly entonces se dedicó a atacar en su programa diario a Flores sin descanso y apoyó la candidatura de la izquierdista Susana Villarán, quien se convirtió finalmente en la primera alcaldesa de Lima.
La postura editorial de Bayly y su protagonismo político entraron en conflicto con Frecuencia Latina, el canal peruano donde emitía su programa. Ante las presiones, Bayly arremetió contra Baruch Ivcher, el dueño del canal y le dijo "que se joda". "Este es mi último programa, escríbeme una cartita liberándome del contrato", dijo en el aire. "No necesito a Baruch, no necesito a este canal. Modestamente, creo que más pierde este canal con mi renuncia".
Así terminaba El francotirador a finales de 2010. Sin partido, Bayly también renunciaba a presentar su candidatura presidencial (una de sus razones era que el sueldo de presidente no le alcanzaría para mantener su estilo de vida). También anunció que su novia estaba embarazada. Esta relación le había traído problemas familiares. En su columna semanal, escribía: "La señora Masías [su exesposa] y la señorita Camila [su hija] están notificadas por periódico que deben retirarse de mi casa, puesto que no permito que en mi casa viva gente que agrede de modos tan innobles a una mujer embarazada. La señora Masías debe hacer sus maletas ya mismo, si alguna dignidad le queda".
La relación con su amante argentino, Luis Corbacho, también se había convertido, después de ocho años, en rencor. Ahora, Corbacho opina que esto se debió al "grave estado de salud mental y física" de Bayly, que lo había transformado en un hombre "mentiroso y muy paranoico". El mismo Bayly se ha referido a menudo a su precario estado de salud y a la cercanía de la muerte. "Me da pena por sus hijas, pero me resulta un alivio no estar ahora a su lado viendo cómo se autodestruye sin piedad. Era una sensación horrible presenciar eso, la peor de todas. Jaime es un hombre muy triste y de una personalidad sumamente oscura. Creo que eso se debe a los traumas que le han generado sus padres en la niñez. Su madre es del Opus Dei y nunca aceptó el costado gay de Jaime. Su padre era un ser muy abusivo". Según Corbacho, estos recuerdos y otras impactantes intimidades familiares están detalladas en un libro titulado La sagrada familia, a cuya existencia Bayly se ha referido y ha dejado con instrucciones de publicar póstumamente.
Instalado en Miami, donde nació su tercera hija (Zoe), Bayly se casó con Silvia Núñez y estrenó otro programa de televisión. Pero su rol en las elecciones presidenciales peruanas de 2011 aún no había terminado. Tras la primera vuelta, Keiko Fujimori, la hija mayor de Alberto Fujimori, y Ollanta Humala, un militar retirado, se disputaban el poder. Los medios peruanos estaban polarizados y la mayoría había tomado partido por Fujimori. En este contexto, Bayly fue contratado por América Televisión (del Grupo El Comercio, el más poderoso del país) para emitir cinco programas electorales desde Miami, en los que se dedicó exclusivamente a atacar la candidatura de Humala. A pesar de esto, el 5 de junio de 2011, Humala fue elegido presidente de Perú. Bayly entonces escribió en tercera persona: "El perdedor ha vuelto a perder. No por eso está dispuesto a rendirse. El perdedor sabe que si alguien lo llama en cinco años, volverá a ponerse los guantes para pelear limpia y apasionadamente por sus convicciones".
¿Cuáles serán esas convicciones? ¿Qué pensará ahora del Gobierno de Humala? ¿Tendrá aún ambiciones políticas? ¿Cómo cree que será recordado? Estas son algunas de las preguntas que Jaime Bayly iba a contestar. Sin embargo, inesperadamente, decidió no participar en este reportaje. "Jaime es un hombre muy paranoico", dice Corbacho. "Siempre cree que lo espían, que lo persiguen o que lo van a traicionar. Será por eso que no tiene amigos, que no ve a su familia y que no permite que nadie ingrese a su casa. Cuando estábamos juntos, su habitación era un búnker al que no podía entrar ni el personal de limpieza. Luego tiene la paranoia de que los presidentes lo persiguen y lo quieren mandar matar, por eso cuando vivíamos juntos en Bogotá teníamos cuatro guardaespaldas con ametralladoras que nos seguían día y noche. Era de locos", recuerda.
Es probable que Corbacho hable con despecho. Pero también es probable que Bayly-quien criticaba ácidamente a los políticos que no querían ir a su programa- sea un ser profundamente contradictorio. Hoy, el periodista vive en la isla de Key Biscayne, en Florida, y hace más de un año que no ve a sus hijas. "Les he mandado regalos, dinero y no pocos correos pidiéndoles perdón, pero todo es en vano, por lo visto no me perdonan, no quieren perdonarme o no pueden perdonarme", escribió hace poco. Asegura que no piensa regresar en cinco años a Perú, un país que le "recuerda a la infelicidad".
Su pasado político
Las intervenciones políticas de Bayly tenían precedentes. En 1990 había tomado un papel activo apoyando la candidatura presidencial de Mario Vargas Llosa, a quien consideraba un mentor. En 2001, después de la caída de Fujimori, promovió -junto a Álvaro Vargas Llosa-una campaña por el voto en blanco, una suerte de llamada de atención a la clase política. En ambos casos fracasó. Pero esta vez el sueño tomaba un matiz lírico: "Como decía Borges, solo los caballeros defienden las causas perdidas. Yo no soy un caballero, pero siempre me ha gustado defender las causas perdidas, y por eso quiero ser candidato, porque sé que seguramente perdería, pero esa derrota sería una victoria ante mí mismo y ante los que me acompañen en la cruzada", publicó.
La potencial candidatura de Bayly nunca se concretó. José Barba, quien al inicio lanzaba extraoficialmente a Bayly como candidato de su partido político Cambio Radical (un partido considerado un "vientre de alquiler": una plataforma para lanzar candidaturas en contexto electoral, pero sin mayor organización ni ideología interna), recuerda: "Lo de Bayly no tenía futuro. Bayly es una persona muy inestable, inmadura, superficial, sin ninguna experiencia política. Existía la esperanza de poder centrarlo, corregirlo, ordenarlo, para hacer de él un bonito proyecto político. Pero era imposible. Es demasiado loco".
Bayly y las ideologías
El periodo de la potencial candidatura de Bayly reveló el carácter desideologizado y ambiguo del personaje: "Soy de derechas cuando esas ideas funcionan y de izquierdas cuando esas propuestas sirven, juego por las dos puntas y pateo con la dos piernas", decía. Sin embargo, siempre ha sido vinculado a la derecha. Es más, a raíz de una entrevista con su amigo Federico Jiménez Losantos (a quien Bayly considera "uno de los hombres más inteligentes, cultos, eruditos y corajudos" que ha conocido), fue denunciado por la diplomacia venezolana de pertenecer a un complot para asesinar a Hugo Chávez. Pero en la campaña peruana Bayly se presentaba como de "izquierda liberal o libertaria, a lo Rodríguez Zapatero".
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