Brindis por la reina mora
Ruta enoturística por las escarpaduras de la comarca del Priorat, con sus vides en terrazas y 146 bodegas. Muy cerca de Tarragona, una tierra de leyendas, aceite y almendras
En mitad de la calle, un hombre da un manguerazo a una prensa de vino, mientras un crío chapotea en los charcos con sus botas de agua. En el Priorat cualquier patio de casa puede ser una bodega. Así transcurre la vida cotidiana de las gentes de una comarca con dos denominaciones de origen vinícolas, Priorato (1) y Montsant (2), con 27 pueblos, 10.000 habitantes y 146 bodegas, una por cada 65 personas. Para recorrer el Priorat, a 40 minutos de Tarragona, hay que dejar las prisas a un lado y disfrutar de la espiritualidad de unas tierras que, además de vino, también producen aceite, almendras y avellanas. Guardemos espacio en el maletero.
9.00 Desayuno energético
El tañido de las campanas de la iglesia de Els Guiamets (3) nos hace de despertador en Cal Torner (www.caltorner.com). Lo mejor es tomar el desayuno de este pequeño hotel rural de siete habitaciones, abierto este año por Antonia y Jordi, una pareja que ha trabajado tres años en la restauración de un caserón en el centro del pueblo. Fiambres, pa amb tomàquet, quesos, algunas delicias de bollería y un excelente café con leche sirven de combustible para pasar una intensa mañana por el Priorat. Después de 10 minutos, el coche se detiene en El Masroig (4) para visitar el celler (bodega) de la cooperativa (www.cellermasroig.com). Además de contemplar la arquitectura de los depósitos de vino que se construyeron en 1917, es un buen sitio para abastecerse del oil nou, más aún cuando en el camino hemos visto a los agricultores recogiendo manualmente las olivas que llevarán a prensar. En la panadería hornean hogazas de medio kilo que nos aguantarán hasta el regreso a casa.
12.00 Pateando Gratallops
La entrada oficial en la denominación de origen Priorato la hacemos por Gratallops (5), originariamente Vilanova del Pi, pero cuyo nombre fue cambiado por la abundancia de lobos en una zona "donde hay más bodegas que habitantes", según nos explican en la vinoteca Bonviure (bonviure.blogspot.com). Mientras, ofrecen para degustar unos vinos con el cuerpo que les proporcionan las uvas de los alrededores. Con 233 habitantes, en Gratallops se ha instalado un buen número de bodegas desde que en 1979 comprara tierras René Barbier Ferrer, considerado como el impulsor de los modernos vinos del Priorato. A Barbier le siguieron Carles Pastrana (Clos de l'Obac), José Luis Pérez Verdú (Clos Martinet) y posteriormente, en la loma de enfrente del pueblo, se instaló el enólogo Álvaro Palacios, con bodegas en La Rioja y el Bierzo.
Se puede visitar una decena de bodegas donde, además de las explicaciones, ofrecen catas de dos o tres vinos por un precio que oscila entre los 7 y 20 euros por persona. Conviene, para no encontrarse con la puerta cerrada, concertar la visita con antelación.
13.00 Altas casas sobre el barranco
Camino de Escaladei es obligatorio parar, aunque solo sea unos minutos, en La Vilella Baixa (6) un pueblo de menos de 200 habitantes que ofrece una panorámica de las altísimas casas que se construyeron sobre un barranco. La imagen hizo que se conociera como, ahí es nada, la Nueva York del Priorat. La visita a la cartuja de Escaladei(7) resulta imprescindible. Fundada en el siglo XII, el prior dio nombre a sus dominios formando lo que se conoce como el Priorat histórico y posteriormente la denominación se empleó para toda la comarca. La cartuja fue abandonada por los monjes en 1835 con motivo de la exclaustración y la desamortización de Mendizábal.
En el pueblo de Escaladei (8), el Molí de l'Oli (www.molideloli.com) ofrece un aceite de oliva producido por ellos mismos con certificación ecológica. El producto de las arbequinas del territorio se convierte en un delicioso placer que Neus, quien está al frente de la tienda, da a probar en trocitos de pan. Quince kilómetros separan Escaladei de Cornudella de Montsant (9), donde espera la fonda El Recó (www.fondaelreco.com) en un primer piso de la plaza de la Vila. Un buen sitio donde probar la cocina tradicional catalana.
16.00 Desde el peñón de Siurana
Tras pasar la corta pero serpenteante carretera que une Cornudella con Siurana (10), se impone un paseo para bajar la comida disfrutando la impresionante vista del valle del río Siurana y su embalse. El pueblo se encuentra encima de un peñón de roca. Aunque la población no llega a 40 habitantes, al tratarse de uno de los puntos más bellos y emblemáticos de Tarragona, no sorprende que haya muchos más visitantes que vecinos recorriendo las calles. Tampoco será difícil escuchar alguna de las versiones de la leyenda de la reina mora, cuyo caballo dejó la huella de su herradura en una roca antes de despeñarse por el precipicio.
18.00 Cata con un experto bodeguero
Al Mas Sinén, donde se encuentra el celler Burgos-Porta, se llega después de atravesar Poboleda (11), un pueblo en el centro del Priorat histórico de alrededor de 370 habitantes, y recorrer un camino de tierra de tres kilómetros. La bodega Sinén comenzó a funcionar en 2003. Salvador Burgos y Conchita Porta apostaron por producir vino ecológico y embotellan alrededor de 13.000 ampollas de vino. Si se llega a buena hora, Salvador Burgos pasea con los visitantes por el terroir y ofrece una entretenida cata por 10 euros, donde da la explicación de un excelente Mas Sinén Coster 2007. Mezclaron un 45% garnacha, 10% cabernet sauvignon y 45% cariñena. El resultado obtuvo una puntuación de 94 en 2010 por parte de la guía del gurú de los vinos Robert Parker.
20.00 Una cena en Falset
Falset (12), capital del Priorat y sede de la denominación de origen Montsant, es también el principal núcleo de población de la comarca, con casi 3.000 vecinos. En la calle Miquel Barceló se hallan dos vinotecas y la tienda de la cooperativa agrícola Falset Marçà, fundada en 1919, que dispone de una surtida tienda virtual (www.etim.es) donde se puede comprar vino, vermú, aceite y otros productos del Priorat. Para la cena, hay donde elegir. Después de un día intenso por la comarca, merece la pena darse un homenaje gastronómico en El Celler de l'Àspic (alrededor de 40 euros) o en el Quinoa (20 euros), que han apostado por la innovación de la cocina tradicional, o en el clásico restaurante del hostal Sport (30-35 euros), los tres en la misma calle Barceló. Cerca, en el Carrer Nou, El Cairat, un restaurante de 19 plazas donde se practica la cocina de producto. Tienen un menú de 18 euros y otro de maridaje a 30 euros.
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