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Adiós a un símbolo de la cultura democrática

Duelo en el país que queda

Ledo: "Sostenía que Galicia está postrada, no atrasada" - Rivas: "Fue la memoria germinal en la tierra del olvido"

"Quando os anos me vençam já descomposto tudo e farto de fazer tudo o que faço, nom sei o que farei... estou já tam afeito a perder que nom sei que fazer se un día ganho". En la portada de Monxoi, de Alfonso Mato -homenaje personal que repasa sus 15 años como historiador y documentalista al lado de Díaz Pardo en el Instituto Galego da Información-, es la cita escogida para resumir una visión del mundo. La extractó Mato del último libro de Isaac, Tentando construir uma esfinge de pedra (Do Castro, 2007), lo más parecido a unas memorias por vía interpuesta que escribió el anciano que en 1936 llamó "reaccionario" a Castelao, por sugerirle que llevase los pasquines al ayuntamiento antes de distribuirlos. En el diálogo entre el hombre y la esfinge, que es un oráculo, la esfinge acaba traicionando a la persona.

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Entre las claves que sugiere Monxoi , el discurso de Díaz Pardo en 2007, cuando se inauguró la vidriera que diseñó para el Parlamento de Galicia. "Cuando se refirió a la manía de querer comunicar las cosas, en lugar de hacer propuestas estéticas".

Esta manía ayudó a convertir en limo los hechos de Isaac. Pese a la fractura generacional de la guerra y la que siguió a los consensos de la Autonomía. Díaz Pardo fue incluso o mestre Yoda (con Castelao de Obi Wan Kenobi, el caballero jedi de La guerra de las galaxias) en un cartel de los Aduaneiros sem fronteiras, la pareja que formaron Pancho Lapeña y Berto Yáñez, con su post-situacionista revisión gráfica de los símbolos propios. Yáñez lo resume llanamente: "Joder, Isaac creó Sargadelos, Do Castro, el Laboratorio de Formas, intentó hacer de lo nuestro una industria y, con mayor o menor éxito, lo consiguió". Pendiente de desenredar en clave política, lo que tenga de ejemplo el "Steve Jobs de la cultura gallega, salvando las distancias", lo sitúa aquí: "Enseñó que la clave es hacer cosas y que, además, es posible hacerlas. Entre el victimismo y la endogamia, a ver si el gallego va a acabar siendo un idioma que sirva solo para hablar de sí mismo". Sobre los últimos cinco años de su vida, se pregunta Yáñez si no habría maneras "más respetuosas" de apartarlo de su proyecto. "Lo hicieron por la fuerza, y no se lo merecía".

En esa herida -"traición"- ahonda Manuel Rivas, para quien "en el tiempo de deconstrucción del espacio público y solidario, Isaac fue el último constructivista". "Renunció al triunfo artístico para convertirse en la célula madre de la reconstrucción cultural de Galicia tras el expolio del fascismo. Encarnó a Mnemosine, la diosa de la memoria". El "pequeño Gulliver en lucha contra el país de los liliputienses fue, en el país del sepulcro, el contra-sepulcro". "La memoria germinal", glosa, "en el país del olvido".

Al duelo oficial de un país -"el país que queda", solía precisar él- contribuyeron ayer todas las instituciones de la cultura y la política, desde la Universidad a los partidos. El presidente del Consello da Cultura, Ramón Villares, recordó la capacidad de Isaac para representar multitudes e incluso unirlas. La capacidad, entre otras, "de defender la memoria de la República, del exilio, y tratar de trasladarla a la sociedad actual". Como si el espíritu de aquel proyecto de modernidad nunca hubiese sido destruido.

Sobre los fracasos de Díaz Pardo habló también el presidente de la Academia. Méndez Ferrín recordó su paso adolescente por las Juventudes Socialistas Unificadas, "fracción comunista". "Eso no se olvida nunca, Isaac estuvo procesado". La influencia "espléndida" de Castelao, Otero y Seoane en su trabajo nunca llegó a superar el proceso interior que supuso el asesinato de su padre, Camilo Díaz Baliño, en agosto de 1936. "Vivo", como respondía cuando le preguntaban por la salud, era su formulación más irónica al respecto. La cineasta Margarita Ledo, que publicó en Do Castro materiales imposibles para la edición tradicional como Foto-xoc e xornalismo de crise, podría hablar también de la generosidad y humildad del fallecido. Como recetas políticas. "Como me dijo él, un país que es capaz de hacer el Pórtico de la Gloria y ahora está así es un país postrado, no atrasado. Díaz Pardo siempre fue consciente de eso".

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