"Pintaría Wall Street de fucsia"
Pregunta. Antes de meterse a decorar trabajó en banca en Nueva York. ¿Decoró a Lehman Brothers o se han decorado solitos?
Respuesta. Gracias a Dios, mi relación con Lehman Brothers no es que sea escasa, es nula. Sí he decorado bastantes bancos, sobre todo al principio, porque como venía del sector...
P. ¿Y si Lehman Brothers le llamara ahora para un lavado de cara?
R. Pues les lavaría la cara con jabón lagarto y con poca decoración.
P. ¿De qué color pintaría Wall Street?
R. En estos momentos, de algún color optimista y alegre. Un fucsia.
P. ¿Cuál es su obra más cursi?
R. Alguna cosa he hecho, sí. Aunque siempre lo intentas contener. Algún evento, alguna boda o algo así.
P. ¿Hay algo que le prohíba su religión?
R. Muchas cosas. La vulgaridad, por ejemplo. Aunque la vulgaridad tiene su atractivo y su momento, como casi todo. Mi religión se basa fundamentalmente en dejar una sonrisa a tu paso.
P. Si yo quisiera poner mi casa de naranja, y toda de formica y sintasol, ¿sería capaz de reconducirme al buen camino?
R. Sí. Buscaría que el naranja y la formica tuviese que ver con usted, y que fuese una manifestación de inteligencia y de buen gusto. Yo tuve una casa de formica.
P. ¿Sigue siendo el rey de los saraos?
R. Soy muy amante de las cosas hechas con un punto de magia y cariño. Y si tengo que dar un almuerzo o una merienda, intento que sea agradable.
P. ¿Un guateque puede ser una obra de arte?
R. Sí, los hay. Ha habido montajes en la historia de la frivolidad rayando en la obra de arte, sí. Muy míticos.
P. ¿Qué tanto por ciento de frivolidad pasea?
R. La frivolidad es un ingrediente que, como el sentido del humor, yo procuro meter en casi todo en la vida. Lo considero necesario.
P. Engalanó Madrid para el enlace del príncipe Felipe. ¿Cómo lo adornaría para un divorcio real?
R. Primero me tendrían que pedir que lo decorase, porque no sé si eso sería festejo o no. Decorar una ciudad siempre tiene que ser con un motivo alegre, festivo.
P. A veces, divorciarse es muy tranquilizador.
R. Para las personas, sí; pero en un caso tan institucional no sé si sería motivo de mucha alegría. Pondría fotos de recuerdos, seguramente.
P. Pues no se lo encargarían más.
R. Pues por eso [ríe].
P. Pongamos que los Urdangarin le piden que decore su palacete de Pedralbes. ¿Qué les aconsejaría?
R. Pues en este momento, con buen criterio, les aconsejaría que esperasen.
P. ¿Es usted neoclásico hasta en la ducha?
R. Creo que no tengo estilo, sino una manera de hacer. Pero tengo el sambenito ese. Ahora, hago de todo. Incluso en la ducha.
P. ¿Algo especial?
R. Enjabonarme desde la cabeza hasta los pies.
P. ¿Qué le haría a Rajoy en La Moncloa si se dejara?
R. Una sala de reuniones muy amplia y heterogénea, con toda clase de sillas y asientos y muchos teléfonos con traductor simultáneo para que estuviera en contacto con los que ahora nos mandan, tipo Angelita.
P. ¿Ha decorado por metros de libros?
R. Hasta hace poco se hacía, pero ahora no está de moda el libro, desgraciadamente. Ahora, me he negado toda la vida, y a alguien que me pide eso primero le pregunto si lee. Una biblioteca tiene que ser esto [señala a su espalda y lados], algo vivo.
P. ¿Antes muerto que vivir en una casa de Ikea?
R. No, qué va, para nada. Con Ikea puedes tener una casa exquisita.
P. Pues viendo su estudio extraña tal tolerancia.
R. Puedo tener un apartamento montado de Ikea ideal de la muerte, con cuatro cacharros comprados en el Rastro a un chamarilero.
P. Dijo que para definir su trabajo tendría que referirse a Velázquez. ¡Ele mi niño!
R. Lo que sí he dicho es que Velázquez es uno de nuestros antecedentes, porque su verdadera vocación fue como aposentador real, que en realidad era ser decorador de los alcázares.
P. Con la crisis, ¿gotelet y unos cojincillos, a todo tirar?
R. Con la crisis puedes depurar estilo. Se pueden hacer cosas no le digo muy baratas, pero sí muy sencillas y de muy buen gusto. Hombre, hay un cierto punto de confort que te exige un poco de talonario.
A CORTA DISTANCIA
Recibe en su palacete del Madrid de las Letras, un magnífico caserón con varios siglos de historia en el que tiene casa y estudio. En su despacho, mientras hablamos, un colaborador aviva la chimenea. Hay pocos centímetros cuadrados libres en una mesa con planos de un 'resort' que está pergeñando "allende los mares", dice, porque aquí no está el horno para muchos cohetes hosteleros, ni de otro tipo. Es un hombre amable y de buenas maneras. Asiste a nuestra charla 'Gordon', el perro.
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