Tarzán y el mono olvidado

Con la confusión y el olvido también se trafica, nos hace saber Hollywood a través de la necrológica formal de la mona Chita, tercera en discordia en las películas de Tarzán protagonizadas por Johnny Weissmüller y Maureen O'Sullivan. La habilidad interpretativa de Weissmüller no era suficiente para tapar las monerías y volatines del chimpancé, que no era hembra, sino macho, y respondía al nombre de Jiggs. No hay confusión más chirriante que la del sexo, y ahí se demuestra la habilidad del cine para navegar por las aguas de la superchería. Lo que en Edgar Rice Burroughs, autor de la serie de Tarzán, pretendía ser un ejercicio de adaptación del infante John Clayton (lord Greystoke) a un medio hostil y, de matute, una elegía a la superioridad del hombre blanco, lo puerilizó la Metro Goldwyn Mayer convirtiendo la aventura en comedieta de exotismo limitado, con un Tarzán que gritaba, nadaba (el rumano Weissmüller era campeón olímpico de natación) y mataba cocodrilos de peluche, una Jane clonada de las amas de casa del medio Oeste desde la casita en el árbol y el humor de cumpleaños del chimpancé. The Washington Post también ha puesto en duda la versión Jiggs.

Rice Burroughs no tenía el talento de un Rudyard Kipling, pero no se merecía aquello. La muerte de Jiggs-Chita confirma la teoría venenosa de Chesterton: la opinión pública, que no recordaba a Chita (y apenas a sus partenaires) ha sido informada de su muerte. Todo envuelto en volutas kitsch que causan furor en la cultura de masas: que si era el chimpancé más viejo del mundo, que si ha vivido 79 años cuando la media de edad de su especie no sobrepasa los 50, que si pintaba cuadros con los pies (algunos pintores deberían intentarlo; al menos dispondrían de una coartada para sus engendros), que si era más conocida que Rin Tin Tin o la mula Francis... Lo cierto es que todo el mundo daba por muerta a la mona (o mono) muchos años ha.

Disfraz y confusión, pérdida de identidad como signo de aquellos tiempos, de los que somos herederos. Nombres cambiados (Cary Grant era Archibald Leach, John Wayne se llamaba de verdad Marion Morrison) y sexos traspuestos (Chita en Jiggs). Hasta es posible que el euro sea en realidad un yuan disfrazado. No tardaremos en saberlo.