_
_
_
_
Reportaje:

Una saga de zapateros de lujo

Pedro García Vidal reconstruye en un libro los avatares de tres generaciones que han logrado conquistar el mercado internacional

Pedro García Vidal admite que pertenece a lo que él mismo denomina una generación sándwich. Su padre empezó de la nada en la industria del calzado y sus hijos ahora han dado a la empresa una dimensión internacional. Los zapatos de Mila y Pedro García se venden en medio mundo, especialmente, gracias a los modelos Amanda y Anabel, que son unas sandalias anatómicas muy cómodas pero vestidas como zapato de ceremonia. "En Italia hicieron furor y en Estados Unidos se ganaron el respeto y la admiración de la crítica", admite Carlos Serrat, editor del libro Pedro García, tres generaciones de zapateros, con textos de la biógrafa, Teresa Villarroya.

El inicio de esta saga se remonta hasta la figura de Pedro García Amat, que a su regreso de una estancia en Cuba, en 1920, se instaló en Elda y empezó a trabajar en una de las fábricas más importantes de zapatos, Francisco Vera Santos. Pronto se independizó para montar su propio taller, y en 1928 construyó la primera fábrica. Tras la Guerra Civil la familia se instaló en Palma de Mallorca, mientras el abuelo de la saga intentó localizar materias primas de antiguos clientes. En Elda empezaron a fabricar zapatos de hombre bajo la marca El Elefante, y una campaña de publicidad que decía Para jardines; Valencia, para calzados El Elefante, les abrió el mercado nacional de la postguerra.

Un 24% de los zapatos de Pedro García se venden en Italia
"El producto final ha de ser irrefutablemente impecable"

El joven Pedro García Vidal empezó a conocer los secretos del calzado en una tienda que tenía su tío en la céntrica calle de Fuencarral de Madrid. Cuando finalizó sus estudios regresó a Elda para asumir las riendas del negocio familiar, y se marcó como objetivo viajar por Francia o Italia para conocer las últimas tendencias. En el extranjero pronto descubrió que el calzado de mujer tenía un gran futuro, por eso a finales de los años cincuenta Pedro García pasó a ser marca de mujer. En 1965 inauguraron una nueva fábrica que duplicó la capacidad de la anterior. Pedro García se dio cuenta de que debía especializarse en la línea femenina y lanzarse a la conquista del mercado europeo. Primero visitó el Reino Unido, donde consiguió los primeros clientes internacionales, y ese mismo año voló hasta Nueva York en una misión comercial. Sus zapatos gustaron y logró varios pedidos. El libro rescata también los negocios con Caressa y Allure y se detiene en el relevo generacional.

Los nietos del primer zapatero han logrado, a juzgar por los datos, abrirse un hueco en el mundo. En la actualidad un 24% de su producción se vende en Italia, otro 18% en los EE UU, un 8% en Alemania, un 10% en España, otro 27% en el resto de Europa y un 7% en Asia. Los hermanos Pedro y Mila García tienen como prioridad "investigar y experimentar" en su diseño hasta lograr que "el producto final sea irrefutablemente impecable", confiesan.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_