_
_
_
_
_
clásica | la semana por delante

El toque de Frühbeck

A la Novena de Beethoven no le hace falta nada ni una orquesta sobresaliente ni un director reputado ni un coro sincronizado al milímetro. La Novena es la Novena por encima de todo, pero eso no implica que un conjunto de prestigio como es la Orquesta Sinfónica de Madrid y un director como Rafael Frühbeck de Burgos no otorguen un plus al concierto del martes en el Auditorio. Frühbeck carga a sus espaldas decenas de Novenas, y las dirige con una gran maestría. Y no solo el Himno a la alegría, leitmotiv del cuarto movimiento de la sinfonía y banda sonora de todas las virtudes de la humanidad. Injustamente se reduce la obra magna de Beethoven a ese tema cuando, por ejemplo, en la última parte de esta misma parte el coro ejecuta una partitura de vibrante emoción para la que hay que coger aire. Hombres y mujeres, por turnos, llevan la música coral a otra esfera. La Novena es la apoteosis de la superación, el legado más hermoso que puede dejar el hombre. Y si la dirige Frühbeck, mejor.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_