Toca ilusionarse
Lo decente es ilusionarse siempre con la formación de un nuevo Gobierno, que la cortesía rija las relaciones políticas en este país. Es hora de ser constructivos y aguardar lo mejor. Para empezar, la crispación se reduce cuando la derecha está en el Gobierno, de manera similar a como se apagan las bombillas cuando amanece. Ya es algo. Y hasta lo de Ana Botella puede venir a remediar la debacle de la paridad femenina en el Gobierno, dejando la capital del Estado en cuatro manos de mujer. También anima que el ministro del Interior sea ultrarreligioso. Es probable que sea necesario aplicar un cilicio a las tentaciones ciudadanas si siguen fantaseando con derechos sociales.
Falta por conocer piezas fundamentales del escalafón, directores generales y secretarías de Estado, así que lo peor puede que haya sido esa primera comparecencia de Rajoy, sin admitir preguntas en la rueda de prensa. Como si el mensaje quisiera ser: aquí van a sobrar las explicaciones. Sin embargo, en el mundo cultural se ha recibido como un zapatazo la disolución del ministerio, absorbido por Educación y Deportes. Habrá que aguardar para juzgar. Rajoy sostuvo un ministerio similar, así que conocerá las razones del acto, más allá de que el ahorro es insignificante, existiendo un edificio funcionarial independiente.
Para muchos se entiende como un castigo, pero la palabra cultura en España lleva demasiado tiempo asociada a urgencias en campaña electoral para recabar apoyos relevantes y poco más. El verdadero castigo es el discurso sobre las subvenciones, explotado interesadamente, donde nadie asocia las ayudas a ese sector con las que existen en todos los demás. Así que hasta intentar liberarse de esa tinta de calamar será bienvenido. Puede que el modelo cultural norteamericano sea incluso más beneficioso en un país que, al contrario de los vecinos europeos, no vive la cultura como un tesoro nacional. Al otro lado del Atlántico, se extrema la vigilancia para frenar la concentración de poder y se estimula el mercado cultural logrando que esté repartido y escalado. Claro que Estados Unidos jamás ha tenido miedo a marcar los límites a las tentaciones de monopolio de gigantes industriales como los estudios de Hollywood, las cadenas televisivas, Microsoft o, recientemente, Apple, ATT y Google. Se busca, pues, un valiente.
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