"La normalidad es que la Comunidad Valenciana y Cataluña vayan de la mano"
El escritor y periodista Vicenç Villatoro (Terrassa, 1957) es el nuevo director del Institut Ramon Llull, dedicado a la proyección en el extranjero de la cultura catalana, y uno de sus objetivos es que la Generalitat valenciana colabore porque "lo normal es ir juntos de la mano". Villatoro, exdirector del diario Avui y exdiputado por Convergència i Unió, visitó el mes pasado el Ayuntamiento de Alcoi para que se sume al proyecto. Acaba de conseguir que el Gobierno Balear, del PP, regrese al consorcio del Llull, cuyo presupuesto anual ronda los 10 millones.
Pregunta. ¿Qué el Instituto Ramon Llull?
Respuesta. Un consorcio del Gobierno catalán y del Gobierno balear cuyo objetivo es la proyección en el exterior de la cultura propia, eso tiene una parte vinculada con la lengua, pero también con la música, las artes plásticas o el teatro. Intentamos que la cultura catalana esté presente en el mundo. El abanico de actividades es muy amplio, por ejemplo, coordinamos más de 120 lectores de catalán en las universidades del mundo y organizamos exposiciones de arte en Washington o Londres.
"Si el debate no es ideológico, sino práctico, Fabra no tendrá problemas"
"Los Ayuntamientos valencianos tienen proyección y se benefician del Llull"
P. ¿Qué relación tiene con las Administraciones?
R. El consorcio son dos Administraciones, la Generalitat Catalana y las Islas Baleares, y luego está la Fundación Ramon Llull, que aglutina a varios Ayuntamientos, el Gobierno de Andorra y una red de municipios valencianos que pretendemos fomentar. Por eso visito Alcoi.
P. ¿Con la Generalitat valencia tiene relación?
P. Todavía no, pero las Administraciones valencianas están invitadas a participar. Por ahora tenemos una relación constante con las universidades valencianas, a través de la Xarxa Vives, y con la Acadèmia Valencia de la Llengua (AVL).
P. ¿Y qué ventaja tiene para un Ayuntamiento valenciano integrarse en el Llull?
R. La fundación es menos ejecutiva, el consorcio es el que dinamiza, la participación de los Ayuntamientos es casi simbólica, sirve para tener una proyección y beneficiarse de algunas actividades: Lo que considero que sería un paso hacia delante sería que la Generalitat valenciana se planteara, como acaba de hacer el nuevo Gobierno balear del PP, que la proyección exterior de las cosas que tenemos en común es más eficaz si vamos de la mano, que cada uno por su cuenta. Hay un gran número de escritores y artistas valencianos que necesitan una proyección internacional, y hay una ventaja práctica más que simbólica.
P. ¿Será posible ahora con Alberto Fabra como presidente?
R. Creo que sí. Si el debate se produce en términos no ideológicos, sino prácticos y culturales, y se analizan las ventajas, Fabra no tendrá problemas. El debate ideológico en el Llull es escaso, nuestros dos requisitos son: creer que hablamos de una única lengua, aunque cada uno la llame como quiera, y defender que la cultura propia esté presente en el mundo. Estas dos ideas las puede asumir tanto un independentista, como un federalista o un estatalista, y todos podemos estar tranquilamente en el Llull.
P. Pero con Fabra ha hablado
R. Oficialmente todavía no. En los últimos años establecimos una relación cordial con la AVL y hacemos muchas cosas conjuntas que nos interesan. El nuevo presidente valenciano, Alberto Fabra, parece que tiene otro talante, y al menos es más receptivo, veremos qué pasa.
P. Uno de los primeros compromisos de Alberto Fabra fue a restaurar la señal de TV-3 en las comarcas valencianas. ¿Cómo vivió desde Cataluña este corte de emisión?
R. De una manera rara, yo veía Canal 9, y me gustaban algunos programas. Lo primero que lamenté es no poder verlos, como Valencians pel món. Tengo la sensación de que en cualquier parte del mundo cualquier televisión que emita en una lengua que tú entiendas es tu televisión, luego cada una tendrá sus particularidades. Había gente que hizo suya TV3 y otros que mirábamos con curiosidad Canal 9. Ahora es más artificial la fragmentación, que requiere más argumentos ideológicos, que una relación fluida. Debemos colaborar más por razones de mercado y económicas. Lo normal entre Cataluña y Valencia es ir juntos de la mano, y no competir.
P. El corredor mediterráneo está en pleno debate político. Pero hemos llegado muy tarde...
R. Por eso digo que lo natural es ir juntos, ir separados exige un esfuerzo para complicarse la vida. Poner elementos ideológicos por encima de los prácticos no conduce a nada, y en estos momentos tenemos más que ganar que perder. Lo que no requiere connotación y argumentos es ir juntos, lo que requiere un argumentario ideológico firme es decir nos conviene ir juntos pero que no vamos porque no queremos. La fuerza del mercado, de la economía y de la geografía coinciden en este corredor. Y el Instituto Ramon Llull es profundamente constitucional, la Constitución española habla de la protección y difusión de nuestra lengua. Los constitucionalistas no se pueden enfadar con el Llull. Y con el corredor pasa lo mismo, no es un proyecto ni independentista ni federal.
P. ¿Qué revela todo el debate del corredor?
R. Hemos visto que la concepción que tiene el Estado sobre los mapas de infraestructura es ideológica, del siglo XIX y radial, que intenta reproducir el modelo francés. Eso ha sido un error, incluso para un unitarista español clásico no es necesario que todo sea radial. Madrid ha querido ser capital de todo (política, financiera, económica, cultural o de transportes) cuando el modelo real de la Península es diferente. Roma no es la capital de todo en Italia. El riesgo de que el corredor pasara por Barcelona y Madrid antes que por Valencia fue grande, y eso hubiera provocado un replanteamiento del mapa de infraestructuras.
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