Del sofá al pabellón abarrotado
Pablo Alborán presenta en el Palacio de los Deportes su disco acústico
Se hizo la oscuridad y, como si el mismo botón de las luces activara a sus admiradoras, los gritos recibieron al joven cantante Pablo Alborán en el Palacio de los Deportes de Madrid. Único concierto y lleno absoluto para un artista que solo tiene 22 años pero que ya goza de una corte de seguidores capaces de llenar un polideportivo como el de Felipe II. El malagueño presentaba ayer las canciones de su nuevo disco acústico, que ha dedicado a los que le han apoyado en su aún corta carrera.
Su primera canción, Perdóname, dejó ver a un Pablo de nuevo sentado en el sofá blanco que le catapultó a la fama. El andaluz saltó de Youtube a la discográfica EMI gracias a los millones de internautas que veían los vídeos en los que grababa sus canciones desde el sofá de su casa. Cada silencio, un "¡guapo!". Tiene muchas groupies, y no entienden de edad: desde niños que asistían al espectáculo comiendo palomitas y moviendo globos de colores hasta señoras de collar de perlas y tacones de más de cincuenta años, que coreaban sin cesar los estribillos.
El andaluz saltó a la fama gracias al éxito de sus vídeos caseros en Youtube
Tiene una voz que controla, y por eso se arriesga en quiebros flamencos
Pablo miraba continuamente buscando caras amigas entre el público. Madrid fue el lugar elegido para su primer videoclip, grabado en la Gran Vía. Y la misma indumentaria de ese vídeo es la que ha convertido en su tarjeta de presentación: camisa blanca, pantalones vaqueros y bufanda de tela al cuello. Una vestimenta tan sencilla como la puesta en escena del acústico.
El gran momento se hizo esperar. Finalmente tocó, con el único acompañamiento del piano, Solamente tú, la canción que lo catapultó a los escenarios. Pablo callaba en el estribillo mientras una tranquila chavalería cantaba como un susurro al unísono: "Tus ojos son destellos, tu garganta es un misterio", y el cantante no pudo evitar que se le escapara una risa nerviosa que nos hace recordar que hace escasos meses que comenzó en esto y que esta fama, a veces. le causa vértigo.
Pero no todo es romanticismo y punteos de guitarra. Llega Volver a empezar y el público se revoluciona a golpe de batería. La grada extensible del Palacio de los Deportes se balancea cuando familias, matrimonios y grupos de amigos botan como si no hubiera un mañana.
Tiene una voz que controla y lo sabe. Por eso se arriesga de vez en cuando en quiebros flamencos y hace oídos sordos a la multitud que lo aclama. Ha venido a cantar, y sea en los falsetes de More than words o en los altos de cualquier otra, no hay nota que suene desafinada.
El fin de fiesta enloquece al público: Sergio Dalma y Tiziano Ferro salen de la nada para marcarse un dueto que levanta a los centenares de personas de sus asientos de un salto.
Abajo, en la pista, un mar de pantallas arropa al malagueño durante todo el concierto. Quieren grabar la actuación con sus móviles para, al llegar a casa, colgarlo de nuevo en la red y que Youtube multiplique las visitas, como en aquel vídeo casero de un chaval que cantaba sus temas en el sofá de casa. Y vuelta a empezar.
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