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Entrevista:IGNACIO SAMPER | LOS QUE CONSTRUYEN EUROPA

"El ciudadano medio no sabe decir tres logros de la UE"

María R. Sahuquillo

Desde pequeño tenía la idea de irse de España. Quería respirar otro aire "más democrático". Ignacio Samper (Madrid, 1958) se imaginaba como un ajetreado diplomático. Pero viró un poco el rumbo. Un día, mientras esperaba en una peluquería, vio un recuadro en el periódico en el que se anunciaban oposiciones al cuerpo de funcionarios de la Unión Europea. Era 1986 y España acababa de entrar en el club. "No volví a pensar en ser diplomático nunca más", sonríe. Las sacó. Y empezó un viaje que dura ya 25 años. Ahora, director de la oficina del Parlamento Europeo en España, sigue volando de país en país, pero para comunicar las actividades de uno de los macroaparatos de la UE, el que representa a los ciudadanos.

El jefe de la oficina española de la Eurocámara lleva 25 años de funcionario

Cuenta que, como muchos principios vitales, el suyo se inició con un viaje en tren. El que le llevó en 1975 de Madrid al Cáucaso, a perfeccionar el ruso que había estado cultivando. Tenía 17 años y Franco aún vivía. El cambio fue desbordante. Madrid-París-Moscú-Sochi, cinco días dentro del mismo tren. "Pasar la frontera del Berlín Oriental fue increíble. A la izquierda, el símbolo de la Merced y, a la derecha, silencio total", recuerda. Atravesó Polonia, Bielorrusia... "Siempre quise conocer el alma eslava y en la URSS encontré grandes amigos. Nos habían contado que eran demonios, y eran como nosotros, pero con un problema enorme: la falta total de democracia. Así empecé a conocer la otra Europa, dividida por un muro fragmentador e intolerable", dice.

Pasados 29 años vio de cerca la entrada en la UE de algunos de esos países. "Estonia, Letonia... Muchos les denominaban la nueva Europa y yo les decía que no era nueva, que es más antigua. Polonia tiene una Constitución anterior incluso a la francesa", explica.

En ese momento, Samper ya conocía bien los engranajes de la UE. Por dentro y por fuera. Había vivido años en Luxemburgo, donde nacieron sus dos hijos, y paladeado el corazón de una Europa multicultural. "En un partido en el colegio de mi hijo se podían juntar un holandés, un portugués, un sueco, un italiano...", se carcajea. Más tarde se fue a Bruselas, donde trabajó con Josep Borrell y con el ex primer ministro francés Michel Rocard -"dos de las mejores cabezas pensantes de la UE"-.

Este madrileño no entiende de fronteras. Dice encantado que los Estados de la UE se parecen cada vez más a ese patio del colegio, pese a las circunstancias. "Vivimos en un ambiente de europesimismo. Tenemos que hablar para definir para qué estamos juntos: ¿solo para el mercado o queremos ser ejemplo de derechos humanos y la luz de la globalización? El argumento de la paz entre países ya no convence. Se piensa que la Unión es el problema y es la solución. Muchos no son conscientes de que fuera de la UE hace un frío que pela".

Samper también hace autocrítica. "El Parlamento Europeo es la institución que más lleva haciendo por un federalismo fiscal. Legislamos económicamente para 500 millones de ciudadanos y somos el ejemplo de éxito; pero no sabemos llegar a la gente. El ciudadano medio no sabría nombrar tres cosas buenas que ha hecho la UE. Las sabe, pero no que las ha hecho la Unión. Eso hay que corregirlo".

Samper: "Fuera de la UE hace un frío que pela".
Samper: "Fuera de la UE hace un frío que pela".BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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