Acusaciones y defensas intentan ganarse a un jurado joven
Francisco Camps se pasó al valenciano en un momento de su declaración
Los 11 miembros del jurado del llamado caso de los trajes -nueve son titulares y dos, suplentes-, superaron el lunes un interrogatorio exhaustivo que se prolongó desde las 10 de la mañana hasta bien entrada la noche. Los ciudadanos de la provincia de Valencia que tienen en su mano la suerte judicial del expresidente valenciano Francisco Camps y del que fuera su segundo en el PP de la Comunidad Valenciana, Ricardo Costa, se sentaron ayer por primera vez en la sala ante el público y los acusados con cierta cara de susto, que fue relajándose a medida que la primera y maratoniana sesión del juicio avanzaba.
Lo primero que llamó la atención de ellos (no se pueden difundir imágenes de ellos ni publicar sus nombres) fue su edad. Ocho de los 11 parecían claramente menores de 50 años. Seis de los nueve titulares se hallan, como mucho, entre los 30 y los 40 años y daba la impresión de que algunos eran veinteañeros. Vestidos prácticamente todos con una sencillez que contrastaba con la formalidad de buena parte del público, integrado básicamente por afines al expresidente de la Generalitat.
Seis de los nueve miembros del jurado tienen entre 30 y 40 años
Las cuatro partes representadas en el juicio parecían tener muy claro que una de las claves para el éxito del proceso consistirá precisamente en ganarse a los miembros del jurado. Pareció conseguirlo la representante de la Fiscalía Anticorrupción, que fue la primera en leer su alegato inicial. En un tono didáctico y cercano, la fiscal desgranó las distintas partes que compondrán el juicio y destacó que el ministerio fiscal tiene como principal objetivo la defensa de la legalidad: "Conseguir la condena de los culpables y asegurarse de la absolución de los inocentes". También adelantó lo que más tarde ocurriría con el interrogatorio a Camps del letrado del PSPV-PSOE: a lo largo de las 10 jornadas de juicio previstas (que podrían tener que ampliarse) se oirán en la sala muchas opiniones, se escuchará las declaraciones de testigos en principio obligados a decir la verdad pero que en ocasiones, dijo la fiscal, por miedo a perder el trabajo, a no agradar a sus jefes o a incriminarse a sí mismo, pueden incumplirlo...
Pero hay un buen número de elementos que son, ni más ni menos, pedazos de realidad. Albaranes en los que figuran las medidas, los gustos por los trajes rectos y más bien ceñidos junto a los nombres de los dos acusados. Hay grabaciones en las que se oye claramente a los miembros de la trama alardear de su capacidad de influencia y de los variados negocios que tenían entre manos con la Administración valenciana. Y dos de los compañeros de causa de Camps y Costa, el exvicepresidente Víctor Campos y el exjefe de gabinete de la Consejería de Turismo Rafael Betoret, ya han sido condenados. Betoret incluso devolvió los trajes que a él le regalaron a través del mismo sistema que supuestamente se utilizó con los demás. Prendas de ropa entregadas al tribunal. Pura realidad.
El resto de partes también jugó sus cartas. El expresidente de la Generalitat, que pareció quedar muy tocado con el interrogatorio del letrado de la acusación popular, Virgilio Latorre, hizo a última hora de la tarde un guiño que dio la impresión de ser muy poco fortuito. Cuando estaba a medio responder a una pregunta de su abogado, Camps se pasó al valenciano, la lengua con la que probablemente están más familiarizados algunos de los integrantes del jurado. El presidente del tribunal le dijo que tenía derecho a ello, pero que quizá habría que buscar traductores. El expresidente dijo que no hacía falta y volvió al castellano.
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