Señores bomberos, la casa está ardiendo
Como estaba previsto, el BCE bajó sus tipos de interés un cuarto de punto porcentual, hasta el 1%. Con esto remedia los dos errores cometidos en abril y julio, cuando los subió pensando que la economía de la zona euro ya se encontraba en plena expansión y había que someter una inflación fantasma que no se veía por ninguna parte. Pero no pensemos que esto va a servir de mucho. Para empezar, los tipos de mercado (por ejemplo, los del Euríbor, que son la referencia para la mayoría de las hipotecas en España) no se han enterado, y es que los canales de transmisión de la política económica están obstruidos. La causa es que los bancos no se fían unos de otros y no hay mercado ni financiación, ni para ellos ni menos para las familias y empresas. La causa de esta desconfianza son las pérdidas sin sanear que tienen los bancos en sus balances. Hasta que no se aborde este problema, en Europa habrá crisis para rato.
Con su última bajada de tipos, el BCE ha enmendado los errores cometidos en abril y julio Tras cuatro años de crisis, el valor añadido generado por las empresas vuelve a reducirse
Pero los dirigentes europeos, Gobiernos y autoridades monetarias se empeñan en que el problema son los déficits públicos, y, en función de este diagnóstico, llevan meses intentando ponerse de acuerdo para remendar el Pacto de Estabilidad añadiéndole lo que en sus inicios no se pudo añadir: unas reglas fiscales estrictas, incluida una cesión de soberanía en este ámbito, para que los países no puedan generar déficits tan elevados como los que vemos ahora. La estrategia puede que dé resultado, pero a largo plazo. Mientras, los enfermos pueden morirse. La casa del euro está ardiendo y los bomberos discuten interminablemente cómo diseñarla mejor para que no se produzcan fuegos en el futuro.
La estrategia pasa, por supuesto, por atajar los déficits públicos, aunque en los países en que ello sea posible -en función de su nivel de deuda pública-, el ritmo de reducción del déficit podría atemperarse, de modo que no suma a la economía en la recesión, como va a suceder en España. Pero a la par que se reduce el déficit, es urgente sanear los bancos. Y también es fundamental que todos estos procesos puedan llevarse a cabo en un clima de estabilidad financiera, algo que solo puede conseguir a corto plazo el BCE interviniendo en los mercados para serenar al ganado (no es un insulto a los operadores de los mercados, es que sus reacciones producen estampidas de difícil control, como las de los rebaños). Si algo hay que reformar son los estatutos del BCE, encomendándole la estabilidad financiera, de la que el control de la inflación es una parte muy importante, pero no la única.
Respecto a las reformas de la casa del euro, por supuesto que España debe apoyarlas, pero antes habrá que leer la letra pequeña, pues puede que, en aras de una coordinación de las políticas, se nos imponga una armonización fiscal que nos quite uno de los pocos instrumentos que aún nos quedan para sacar a la economía de la profunda crisis, las modificaciones de la estructura fiscal para mejorar la competitividad y atraer inversiones. Si nos quitan esto, a los cinco millones de parados no les va a quedar otra salida que hacer sus maletas y marcharse a trabajar a Alemania. Así que no seamos tan europeístas que nos olvidemos de lo nuestro.
Y lo nuestro va como muestran los gráficos adjuntos. Los dos superiores recogen la evolución de las constantes vitales de las empresas no financieras (el horno donde se cuece la economía), según los datos de la Central de Balances Trimestral del Banco de España. El valor añadido (PIB) generado por las mismas se reduce, lo que origina que, a pesar de la moderación de los gastos de personal, el resultado de explotación (primera aproximación a los beneficios) se esté viniendo abajo de nuevo. Si a eso añadimos unos gastos financieros crecientes, los resultados ordinarios caen. A partir de ahí, no pueden sacarse conclusiones muy favorables sobre las perspectivas de inversión y de creación de empleo el año próximo.
Los gráficos de abajo recogen la evolución del índice de producción industrial, cuyo dato de octubre, demoledor, conocimos esta semana. Si lo comparamos con el de un año antes, la caída es del 4%, y si lo hacemos con la media del tercer trimestre, alcanza un 7% en tasa anualizada. Esto, después de cuatro años de crisis. ¿Conocerán los dirigentes europeos estos datos?
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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