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Reportaje:

Un 'híper' con tres equis

Una gran superficie de Biarritz dedica sus instalaciones a la venta de productos relacionados con el sexo - Factura 75.000 euros al mes

Dos clientes, una pareja en la treintena, miran distraídos los estantes, comentan los productos y eligen. El hilo musical escupe dance y a la entrada de la tienda una fila de carritos y adornos navideños reciben al cliente. Un supermercado como otro cualquiera, de no ser porque aquí nadie encontrará ni lechugas, ni galletas, ni yogures. Sexy Center Biarritz abrió hace poco más de un año para animar las relaciones de los habitantes de ambos lados de la frontera y con la intención de instaurar un nuevo concepto de tienda, siguiendo el ejemplo -y la fortuna- de sus dos predecesores en Toulouse y Burdeos. Ambos se abrieron hace ya nueve años y su facturación media se acerca a los 150.000 euros mensuales.

"Esto no es un 'sex shop' es un 'love shop", explica el responsable
La tienda, diseñada como un supermercado, se dirige al público femenino

"Esto no es un sex shop", explica Emmanuel Riout, responsable del establecimiento, sentado en un sillón de terciopelo rojo. "Es un love shop y no es lo mismo", continúa. "Aquí vendemos vídeos, pero no permitimos su visionado. Eso es muy de sex shop, enfocados al hombre, y aquí nos centramos en las mujeres", precisa. El sexo que comparten el 80% de sus clientes con las que gana cerca de 75.000 euros al mes. Otro ejemplo, lo primero y único que se ve al entrar al centro, de unos 300 metros cuadrados y con cierto aire kitsch, son prendas de lencería. Luego llegan las sorpresas.

Pese a que el establecimiento se promocione en Internet bajo el nombre de Sexy Center Euskadi (www.sexycentereuskadi.fr), los clientes vascos escasean. "Todavía no hemos hecho publicidad en España. Estamos esperando a que el establecimiento se asiente en Biarritz", se justifica Riout.

Al parecer, su hípermercado de dos rombos ha topado con la moral de la (no tan) liberal Francia. El establecimiento se esconde en un polígono empresarial de Bassusarry, a unos 10 kilómetros de Biarritz, entre concesionarios de coches, y sin escaparates. Solo unos sencillos carteles indican al visitante cómo llegar hasta allí.

"En Francia es impensable poner una tienda de estas características en el centro de una ciudad. Una cosa es encontrarte a tu vecino en la panadería y otra, aquí. Esto no es Alemania, donde Orion [una firma similar a Sexy Center] tiene 150 establecimientos", detalla Riout. El encargado entona una especie de lema: "Para ser feliz, escóndete".

La pareja hace tiempo que ha comenzado a cuchichear cada vez más bajo y a escudriñar a su alrededor con miradas furtivas. La libreta de la periodista y los disparos del fotógrafo han interrumpido la tranquilidad del supermercado. Lo mejor, coger una bolsa -de color negro, colgadas de un gancho en cada estante-, como si de una tienda de chucherías se tratara, guardar las compras a todo correr y pagar.

El establecimiento renueva cada semana sus estantes con las últimas novedades. Juguetes eróticos, disfraces y prendas para cumplir cualquier tipo de fantasía, cremas y aceites estimulantes y centenares de DVD. Y entre todos, productos relacionados con el bondage: "Cada vez vendemos más de estos", concluye Riout.

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