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Rajoy pide a Merkel que le ayude a cortar la "hemorragia" de la deuda

El futuro presidente garantiza recortes pero reclama tiempo y apoyo del BCE

En un ambiente de gran dramatismo por las horas clave que vive Europa -que según el presidente francés Nicolás Sarkozy "nunca ha estado tan cerca de una explosión"-, Mariano Rajoy multiplicó ayer en Marsella sus contactos bilaterales y sus mensajes con un objetivo claro: lograr que los socios más poderosos, sobre todo Alemania, pero también Francia, ayuden a salvar la economía española.

Rajoy se reunió con Angela Merkel, la canciller alemana, Nicolas Sarkozy, el presidente francés; Donald Tusk, su homólogo polaco; José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea, y otros dirigentes, incluido Silvio Berlusconi, el expresidente italiano. Tanto en privado como después en público, ante el plenario del congreso del Partido Popular Europeo, el futuro presidente pidió a sus socios ayuda y que pongan "ya, sin más dilación, todos los medios y recursos disponibles para contener la hemorragia de la deuda soberana". Rajoy aludía así, sin citarlo, a una intervención masiva del Banco Central Europeo (BCE), a la que hasta ahora se ha resistido Angela Merkel.

El líder del PP promete ante sus socios una "profunda reforma laboral"
La prima se disparó ayer a 380 y Rajoy confía en que Merkel ayude a bajarla
Un pacto tácito dice que, si se cumple la disciplina, Merkel abrirá la mano
Aunque aún es poco conocido, Rajoy cree que ha convencido de que es serio
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La principal preocupación del líder del PP, casi una obsesión, es la prima de riesgo española, que ayer se disparó otra vez y alcanzó los 380 puntos, aun así lejos de los 500 que rozó hace tres semanas, en plena campaña electoral. Y solo el BCE parece estar en condiciones de bajarla. No se afirma expresamente pero se da por sentado que hay un pacto tácito: si se aceptan las exigencias de disciplina fiscal de Merkel, esta abrirá la mano para que el BCE pueda comprar deuda masivamente.

El líder del PP no se lleva de su primera prueba de fuego internacional ninguna garantía de que sus socios ayudarán a salvar a España. Pero sí se va muy satisfecho porque está convencido de que sucederá de forma natural. Sobre todo porque cree que España tiene mucho que ofrecer a cambio de esa ayuda.

Rajoy acaba de llegar a Europa -aún no gobierna, aunque en Marsella se ha comportado y ha sido tratado a todos los efectos, escolta incluida, como si fuera un primer ministro más- y no quiere pisar callos. Por eso ha dejado claro, tanto en público como en privado, en las reuniones bilaterales, que no piensa poner obstáculos a ninguna fórmula de modificación de tratados. Apoyará cualquiera para evitar un fiasco en la cumbre de hoy que dispararía la presión sobre las deudas europeas, entre ellas la española.

Rajoy, según fuentes próximas al futuro presidente, está contento además porque el BCE, al que conducen todos los caminos, bajó ayer los tipos de interés -la segunda rebaja en un mes-, otra forma de ayudar a países con problemas como España.

A cambio, él promete ser el alumno más aplicado a la hora de poner en marcha las recetas alemanas: austeridad, recorte del déficit y reforma laboral, una de las obsesiones de Merkel. El futuro presidente dio ayer un salto más y habló en su discurso, para que le escucharan todos sus socios europeos, de una "profunda reforma laboral".

Un dirigente importante de la patronal CEOE como el vicepresidente Arturo Fernández, que viajó hasta Marsella, le escuchaba con satisfacción. Los empresarios confían en que Rajoy haga una modificación de fondo, que los sindicatos temen, aunque él ha dado un mes a centrales y patronal para intentar un acuerdo que se antoja difícil.

A Merkel le preocupa mucho la reforma laboral española. Es un asunto que ya figuraba en la carta que el Banco Central Europeo mandó en agosto al Gobierno español, aunque sin detallar, y fue objeto de discusión en la reunión que la canciller y Rajoy mantuvieron en Berlín en abril. Fuentes del PP señalan que ella le preguntó repetidamente por sus planes sobre el mercado laboral.

Eso sí, Rajoy también pide a sus socios no solo confianza en sus reformas, sino algo de tiempo. Si se suaviza la presión de la prima de riesgo, que dificulta la financiación del Estado y de las empresas españolas, el líder del PP cree que podrá presentar un nuevo Presupuesto, donde estarán los principales recortes, a finales de febrero o en marzo. El secretario general del PPE, el español Antonio López Istúriz, dejó clara esa idea: "Hay que dar tiempo a los países para que lleven a cabo sus reformas. La solidaridad no es solo dar dinero sino también confianza y tiempo".

A cambio de ese margen de unos meses y esa ayuda inmediata para frenar la sangría de la deuda, el futuro presidente del Gobierno español se comprometió ante sus socios a cumplir "impecablemente" los objetivos de déficit. "Estamos absolutamente convencidos de que la estabilidad y el equilibrio presupuestario de las cuentas públicas son condiciones necesarias para lograr un desarrollo sostenido y estable", dijo en el plenario después de exhibir que España, con Alemania, es el único país que ya ha incorporado a su Constitución esta fórmula.

En su conversación con Barroso, Rajoy analizó esta política de austeridad europea, contraria a la de EE UU. El día anterior, Timothy Geithner, secretario del Tesoro de la Administración de Barack Obama, se entrevistó con Rajoy en su hotel. Barroso, que estuvo la semana pasada en Washington, comentó al líder del PP que los estadounidenses están llevando a cabo políticas expansivas, lo contrario que Europa. Rajoy admitió que Geithner le había trasladado la preocupación por la economía europea, cercana a la recesión, pero le explicó a Barroso que en España "no hay alternativa" a la reducción del déficit y por tanto a los recortes. Barroso apoyó esta idea.

Uno de los asuntos más polémicos en España es el hecho de que Rajoy, que se ha mantenido ambiguo o en silencio a la hora de explicar sus planes de recorte y reformas, haya podido ofrecer esos detalles a sus socios europeos antes que a los ciudadanos españoles. Fuentes cercanas al líder del PP aseguraron ayer que ni Merkel o Sarkozy se los pidieron ni él se los dio porque no puede tenerlos aún. Todo llegará con el nuevo Presupuesto, insiste. Tampoco hablaron de impuestos ni le pidieron que los suba, siempre según estas fuentes. Estas explican que las cosas pueden complicarse si se cumplen las previsiones de bajada de ingresos ante el mal comportamiento de la economía en 2012. Pero Rajoy aún no quiere hablar de subidas de impuestos, algo que iría absolutamente en contra de sus promesas electorales.

En cualquier caso, él exhibe su mayoría absoluta ante sus socios -que tienen situaciones políticas internas mucho más delicadas- y también deja claro que sigue apostando por los eurobonos, aunque no inmediatamente. "Eso no es para ahora", señalan fuentes próximas.

Las reuniones bilaterales de Rajoy fueron aparentemente un éxito, aunque el hecho de no ser muy conocido aún en Europa deslució mucho su presentación ante sus colegas del PPE. Cuando habló ante el plenario Rajoy, uno de los últimos, el auditorio estaba semivacío, y los presidentes, Merkel y Sarkozy incluidos, ya se habían marchado. Ninguno de los dos hizo mención alguna a la victoria de Rajoy en sus discursos, mientras Barroso sí arrancó un aplauso al decir que había ganado "diciendo la verdad a los españoles".

Aún así, el líder del PP se va de Marsella muy satisfecho porque en unas pocas horas ha visto a los dirigentes clave, incluso antes de ser elegido presidente, y cree que les ha convencido de que va a ser un socio serio y fiable frente a otros con más problemas políticos, como Italia, del que Rajoy se quiere distanciar para poder estar en el núcleo de decisión y siempre cerca de Merkel, su principal objetivo.

Mariano Rajoy, tras la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Nicolas Sarkozy, en el congreso del PPE celebrado en Marsella.
Mariano Rajoy, tras la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Nicolas Sarkozy, en el congreso del PPE celebrado en Marsella.EFE

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