Patricia Dunn, la ejecutiva que fue derribada de la cima
La expresidenta de Hewlett Packard fue cabeza de turco en uno de los grandes escándalos empresariales de EE UU
Son contadas las mujeres que llegan a lo más alto en el universo de las grandes corporaciones de Estados Unidos. Patricia Dunn logró formar parte de ese restringido club, como presidenta no ejecutiva de Hewlett Packard (HP). Pero su espectacular remontada se derrumbó en pocas semanas, convertida en cabeza de turco de un escándalo interno con tintes de novela policiaca.
Dunn falleció el 4 de diciembre en su residencia en Orinda (California), a los 58 años. Durante casi una década libró una dura batalla contra el cáncer. La ejecutiva entró en el Consejo de Administración de HP en 1998. A comienzos de 2005 se haría con el cargo de presidenta, después de que Carly Fiorina fuera despedida de manera fulminante del gigante de Palo Alto.
Empezó como secretaria y levantó el mayor fondo de inversión del país
Graduada en Periodismo, empezó su carrera profesional desde un puesto temporal de secretaria y llegó a ponerse al frente del gestor de fondos institucionales Barclay's Global Investors, al que puso a la cabeza de las entidades de ese tipo en EE UU.
Dunn nació en Burbank (California), pero creció en Las Vegas (Nevada); sus padres trabajaban en los casinos. Comenzó sus estudios universitarios en Oregón y se graduó por Berkeley. La estudiante de periodismo llegó a ser consejera delegada de Wells Fargo Investment Advisor, firma que fue adquirida por Barclay's en 1996.
Entró en HP gracias a su experiencia y conocimiento de los mercados financieros. Y como ocurrió con Fiorina, todo fue bien hasta que sus iguales perdieron la fe en ella y forzaron su dimisión. El origen del escándalo que acabó con su vertiginosa carrera fue la contratación de investigadores para identificar a la garganta profunda que filtraba información sobre decisiones estratégicas de HP.
Parar las filtraciones, declararía Dunn, era una causa "noble" y necesaria para preservar la confianza de los inversores. El problema fue que los investigadores recurrieron a prácticas de dudosa legalidad para seguir las conversaciones telefónicas entre ejecutivos de la empresa y periodistas. Los investigadores llegaron incluso a grabar en vídeo los encuentros de los consejeros con periodistas.
Dunn negó conocer el detalle de la investigación. Es más, HP admitió más tarde que la ejecutiva ni autorizó, ni dirigió, ni condujo la misma. Simplemente, se convirtió en una "distracción" para la compañía. La presidenta no ejecutiva, que tuvo que testificar incluso ante el Congreso estadounidense, dimitió en septiembre de 2006. Dijo que lo hacía para limpiar la imagen de la empresa. Todo esto sucedió mientras Dunn se sometía a una intensa terapia para luchar contra un cáncer que se había extendido por todo su cuerpo.
Su salida se produjo en enero de 2007 y reforzó el poder de Mark Hurd en el mayor fabricante de ordenadores personales del mundo, que desde entonces sigue sin recuperar el paso.
Lo cierto es que Dunn, a pesar de su cargo, nunca fue considerada una figura prominente en Silicon Valley. Y por sus problemas de salud, se auguró una corta vida a su carrera profesional. Quizás por eso se convirtió en presa fácil de la lucha de poder que se libraba en el interior de HP, la misma que acabó con Fiorina, Hurd y, en septiembre pasado, con Leo Apotheker.
Ahora, cuatro años después y aunque un portavoz de HP declara por teléfono que Dunn "trabajó de manera incansable por el bien" de la compañía, la empresa ni siquiera ha colgado en su portal una nota con el obituario. Data del 12 de septiembre de 2006 la última información sobre Dunn en la página corporativa. En esa fecha se informa del fin de su carrera profesional. Dunn tenía previsto retirarse cuatro meses después para cuidar de su salud.
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