Esperpento
"Oiga usted, que soy pobre, pero honrado", decía un personaje de Chumy Chúmez. Y el capitoste le respondía: "Las desgracias nunca vienen solas". Así que a la crisis se suma la corrupción, en forma de saqueo de lo público. En la corte de Carlos II, había un general inquisidor del que se decía como lisonja que era "tan superior, que se había excedido a sí propio". Ahora, en clave de parodia, podríamos hablar de una desvergüenza, incluso excesiva. Al pillaje descarado de cargos políticos o de parásitos de altas instituciones, como los casos Gürtel y Emarsa, y a la espera de lo que nos deparen los expedientes Nóos y Campeón, hay que sumar la mangancia de los banqueros premiados tras hundirse las entidades que gestionaban. Ninguno ha sido encausado. Al contrario, el Gobierno saliente se despide con un indulto que nos recuerda que todos somos iguales, sí, solo que algunos tienen un capital. ¿Capitalismo salvaje? No, ¡capitalismo mágico! ¿Por qué ocurre esto y en estas magnitudes? Para definir la parálisis de las conciencias en el fascismo, Primo Levi utilizaba la expresión de vacanza morale. La moral, que se fue de vacaciones. Estamos en otro tiempo histórico, pero persiste la "holganza moral" en muchos estamentos. La esperanza es que hay un periodismo que se sobrepone a la propia incertidumbre y está actuando como un desoxidante. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha pedido al Tribunal Supremo autorización para transmitir las sesiones del juicio al juez Baltasar Garzón por su intento de investigar los crímenes de la dictadura franquista. Reclaman ese derecho basándose en una sentencia del Constitucional, la 159/2005, que permite el acceso de las cámaras para "comunicar libremente información veraz". Los medios deberían sumarse a esa iniciativa. Quisiera añadir una modesta proposición. Para cerrar el círculo del esperpento, que el juicio a Garzón se celebre en el Valle de los Caídos.
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