'La República' celebra 30 años de periodismo independiente en Perú
El presidente de EL PAÍS defiende el papel de la prensa frente al poder
Corría noviembre de 1981. Perú vivía apenas su segundo año en democracia después de 12 de dictadura militar. Recién se empezaban a sentir los primeros sustos de lo que luego fue la barbarie terrorista de Sendero Luminoso. Fue en ese contexto de amanecer democrático, pero marcado por crisis políticas, sociales y económicas, que no hicieron más que agravarse a lo largo de más de una década, que Gustavo Mohme Llona -un hombre de izquierdas, pero sobre todo un periodista de raza- fundó un diario, La República, que siempre se definió como progresista y defensor de los valores democráticos y la justicia social.
La República acaba de conmemorar sus 30 años de existencia por todo lo alto, con una celebración en el Museo de Arte de Lima el pasado martes que tuvo como invitado al presidente de EL PAÍS, Juan Luis Cebrián, y como momento central la presentación de su rediseño y un nuevo formato, más grande, que aleja al periódico del tabloide que lo identificó a lo largo de su historia.
El diario peruano fue protagonista de la oposición al régimen de Fujimori
Cebrián saludó el aniversario y estableció paralelismos entre el nacimiento de La República y EL PAÍS, que hace seis meses celebró su 35º aniversario. "Ambos nacimos en tiempos de transición política de nuestros países, estamos ubicados en un sector progresista de nuestra sociedad y somos parte de un grupo que vigila los valores deontológicos y éticos de nuestra sociedad", señaló.
"Los malos gobernantes son malos gobernantes porque desconocen el poder de la palabra, y el poder de la palabra es lo que tiene el diario La República", agregó Cebrián, quien el día anterior pronunció una conferencia en la Pontificia Universidad Católica de Lima, en la que el tema central era la crisis de la zona euro, pero también se trataron temas relacionados con el futuro del periodismo.
La República fue un actor decisivo en la lucha contra la dictadura fujimorista en la década de los noventa, cuando la mayoría de medios se vendió -literalmente- al asesor Vladimiro Montesinos, y tras esa épica batalla no ha perdido su carácter combativo, ni su énfasis en la política y la investigación.
Tras la muerte de su fundador, en 2000, asumió la dirección su hijo, Gustavo Mohme Seminario, siempre fiel a la línea marcada por su padre, una figura muy recordada en su redacción.
"Empieza una nueva era para nuestro diario", señaló Gustavo Mohme Seminario, quien definió a La República como "un medio con corazón". "Algunos dicen que late más cerca de la izquierda que de la derecha, pero yo diría que late cerca de sus banderas e ideales. Seguiremos haciendo periodismo puro y duro", remató el director.
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