Leka I, el pretendiente que Albania rechazó
El 7 abril de 1938, dos días después de que naciera en Tirana Leka Zogu, el heredero del trono albanés, fallecido ayer, las tropas de la Italia fascista ocupaban el país balcánico. Huyendo de la invasión, la flamante familia real -el autoproclamado Zog I había iniciado la dinastía 11 años antes tras un golpe de Estado- se instaló en el hotel Ritz de Londres.
Al acabarse la guerra, el joven Leka inició un peregrinaje que le llevó desde el Egipto del rey Faruk -donde compartió pupitre con otro tenaz aspirante a un trono, Simeón de Bulgaria- hasta Suiza y, de vuelta en Reino Unido, a la academia militar de Sandhurst. En 1961, al morir su padre, pasó a encabezar la fantasmal casa real albanesa como Leka I y, a invitación de la duquesa de Valencia, se instaló en Madrid. Franco le recibió en El Pardo y le concedió inmunidad diplomática. Además, en palabras del propio Leka, le "abrió las puertas a oportunidades de negocio" que se concretaron básicamente en el tráfico de armas internacional, gracias al cual financiaba las actividades de un espectral ejército de liberación legitimista con el que pensaba lanzarse a la reconquista de una Albania que no conocía.
El clima de la Transición resultó menos propicio a las actividades de Leka: acosado por las deudas, en febrero de 1979 fue ceremoniosamente expedido a Gabón en compañía de su séquito. En su mansión de Pozuelo de Alarcón (Madrid) se descubrió un impresionante arsenal.
Buscando mecenas para sus conspiraciones se instaló sucesivamente en la Rodesia de Ian Smith y en la Sudáfrica del apartheid, desde donde orquestó un desembarco suicida en las costas albanesas que fue liquidado en cinco horas. A la caída del régimen racista, fue encarcelado en Johanesburgo por tráfico de armas.
En 1993, tras la implosión del régimen estalinista albanés, Leka logró regresar al país tras 54 años de exilio, siendo expulsado a los pocos días. Regresaría cuatro años después, para promover un referéndum sobre la restauración de la monarquía, que perdió estrepitosamente. Abandonó el país, fue juzgado en ausencia y sentenciado a tres años de prisión por sedición y en 2002, tras ser perdonado, regresó a él de forma definitiva. Eso sí: a su llegada al aeropuerto se le incautaron 11 cajas de armas.
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