Homenaje final a los 113 despedidos

El acceso principal del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia se volvió a llenar ayer de investigadores con batas blancas y crespones negros. Se trataba de la última protesta en contra del expediente de regulación de empleo (ERE) que ya se ha ejecutado y ha dejado en la calle a 113 de los 244 empleados de la institución por los recortes de la Generalitat. La idea era hacer coincidir esta última queja con la reunión del patronato que debía nombrar al investigador Vicente Felipo nuevo director.

Sin embargo, en vista de la concentración de trabajadores, Sanidad decidió cambiar a última hora la sede de la reunión, y en lugar de celebrarse en las salas de dirección del CIPF, el encuentro tuvo lugar en la propia consejería que dirige Luis Rosado, a salvo de las protestas. Después del traumático desenlace del ERE, Sanidad no quería una nueva fotografía de Rosado atravesando un pasillo de trabajadores del centro mientras recibía sus quejas.

La nueva dirección asume funciones científicas y económicas

La maniobra de despiste se hizo evidente cuando a las 11.15, un cuarto de hora después de la hora prevista de inicio de la reunión, Vicente Felipo salió del CIPF para coger un taxi en dirección a la consejería. Felipo, investigador principal del laboratorio de Neurobiología, asumirá las funciones que antes se encontraban desdobladas en las figuras de director general (que ocupó Rubén Moreno) y director Científico (Carlos Simón). Con esta nueva figura "el patronato ha intentado devolver al personal investigador la capacidad directiva del centro", según una nota que emitió el Príncipe Felipe. Curiosamente, en la reunión anterior del patronato, hace mes y medio, Felipo fue propuesto para ocupar la dirección científica, un cargo que ha desaparecido con el nuevo organigrama que pretende dar al nuevo máximo responsable del centro "la mayor parte de las funciones de dirección" aunque también "estará dotado de competencias relativas a la gestión económica".

El esquinazo no evitó que se llevara adelante la protesta programada. Los empleados que han mantenido su puesto de trabajo desplegaron en el suelo las batas de sus compañeros despedidos. Además, portaron pancartas con el lema Yo también soy seguido del nombre de las víctimas del ERE. Allí estaban representados Melisa, Vero, Carmen, Cristóbal, Paz, Inmaculada, Mara, Stuart, Vicente, Lupe, José Félix, Vitaly o Juan Carlos, entre muchos otros.

"La plantilla está muy afectada", comentaba Rafael Pulido, el que fuera responsable del comité de empresa y jefe del laboratorio de Biología Molecular del Cáncer. "Por mucho ánimo que se quiera insuflar, será difícil reflotar el centro después de todo lo que ha sucedido", indicaba Pulido, que es uno de los trabajadores despedidos.

Al fondo, operarios de limpieza sacaban brillo a las paredes acristaladas del edificio después de retirar los carteles con crespones negros que han decorado el edificio el último mes. Dentro del CIPF, como relataba Pulido, los laboratorios se encontraban medio vacíos en la primera semana después del ERE.