Una tráquea de repuesto
Andemariam Teklesenbet Beyene, un eritreo emigrado a Islandia para estudiar un máster en geología, estaba desahuciado. Su cáncer de tráquea había crecido hasta el tamaño de una pelota de golf, estaba invadiendo las ramificaciones a los bronquios y estaba a punto de matarle por asfixia. Los médicos no podían extirpárselo, porque de haberlo hecho se hubieran llevado la tráquea entera por delante, y sin eso no se puede vivir. A estas horas sería ya una más de las víctimas de un tumor incurable. Y sin embargo está sano, recuperado y llevando una vida normal: las células madre de su propia médula ósea le han salvado la vida.
El proceso ha requerido la última tecnología biológica y el talento de los científicos del Instituto Karolinska de Estocolmo y el University College de Londres, pero una vez confirmado su valor la técnica se perfeccionará, se simplificará y se extenderá por los mejores hospitales del mundo, y después a todos los demás. También supondrá un estímulo para los cientos de investigadores que persiguen poner a punto las células madre para tratar otras patologías hoy incurables.
Estas terapias se habían probado hasta ahora para promover la regeneración del hueso en casos de necrosis ósea, y el músculo cardiaco tras un infarto. Esta es la primera vez que se usa para fabricar un órgano fuera del cuerpo del paciente y después implantárselo.
Los casos como el de Andemariam son raros, pero la técnica se puede extender fácilmente a los pacientes con estenosis de tráquea debida a una prolongada ventilación mecánica, y a otros que la tienen dañada por inflamaciones o accidentes. Si la metodología puede extenderse a la regeneración de tejido pulmonar, lo que no es descabellado, sus aplicaciones serán aún mayores, como al tratamiento del enfisema y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), responsable de la mayor parte de las muertes por tabaquismo.
Normalmente, las células madre de la médula ósea se dedican a repoblar las células de la sangre que se van muriendo a diario, pero los científicos han aprovechado su potencial para desviarlas a la generación de los tejidos de la tráquea. Oiremos hablar de ellas cada vez más en el futuro inmediato.
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