Música políticamente incorrecta
Uno repeinado y otro con el tupé bien engrasado. Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) y Loquillo (Barcelona 1960) forman una extraña pareja. Golfos de barrio (de Salamanca, el escritor, y de Clot, el rocker), les une el sentido del humor y su imaginario popular del cómic, el rock y la poesía (Cirlot y Gil de Biedma ocupan los primeros puestos de su lista). Uno sigue al Madrid y otro al Barça, un aliciente más para una amistad que ya dura diez años. Loquillo acaba de publicar un libro-disco coral, Su nombre era el de todas las mujeres, diez temas sacados de la poesía de De Cuenca con música de Gabriel Sopeña y arreglos de Jaime Estinus. Completa la fotografía el escritor Arturo Pérez-Reverte, cómplice del grupo, que escribe en el libro. Músico y poeta han quedado esta mañana en la oficina del segundo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, rodeado de libros antiguos. De Cuenca, investigador del origen grecolatino de la cultura europea, dejó la política, allá por 2004. Se refiere a Loquillo como el encargado de sacarlo a la calle a que tome el aire: "No se puede vivir solo de traducir a Eurípides". Tras una década dándole vueltas a las poesías de su amigo, Loquillo optó por diez temas, de entre los treinta con los que trabajaban, que mejor le representan desde el punto de vista generacional. Eligieron la provocación, lo subversivo y lo divertido. "Eso depende de quién lo escuche", puntualiza el poeta. "El sentido del humor es lo que debe prevalecer sobre este trabajo. Lo que no se puede hacer es leer al Dostoievski de Crimen y castigo y preguntarle por qué Raskólnikov mata a la usurera; la literatura es siempre un espacio de libertad, nunca se puede juzgar un trabajo de creación artística desde un criterio miope de valores tradicionales y morales inamovibles".
"Dedicarte a la creación y no tener en cuenta todos los puntos de vista es quedarte en el pasado", replica Loquillo. "El rock es el arte conceptual del siglo XX. Los que creemos en esta música no la circunscribimos a una cultura popular destinada a los más jóvenes". Desde el inicio de su carrera, la poesía ha ocupado un lugar importante en la carrera de este músico. "Siempre he huido de ese rock del colegueo, porrito y cervecita, de esos que se sienten orgullosos de no leer". Se resiste a que se le encasille. Cuando publicó La vida por delante, en 1994, los rockers de billar le llamaban maricón por cantar poemas, y no digamos los poetas sectarios en la ortodoxia. Para Loquillo, Gil de Biedma hablando del submundo de Barcelona es comparable a Lou Red cantando sobre su mundo neoyorquino: "Odio el rock que no ha salido de la caverna".
Poeta y cantante concluyen que, afortunadamente, las cosas se mueven con el paso del tiempo, o dicho en palabras de Loquillo: "El intelectual se ha flexibilizado y ahora ve con buenos ojos el fútbol y también la lectura de la prensa deportiva". Lo bueno de participar en un disco de estas características es que hay poemas de los que interpreta Loquillo que funcionan como letras de canciones de rock. "El disco no deja de ser eso, un disco", añade De Cuenca, autor de letras que ya figuran en la memoria colectiva de una generación y que popularizó la Orquesta Mondragón. A veces la vida nos juega bromas pesadas. En 1984, década de libertad y de grandes cambios en España, cuando Loquillo cumplía con el servicio militar las luces del cuartel se encendían de madrugada y sonaba invariablemente: "Hola, mi amor, yo soy tu lobo". El recluta siempre pensó que acabaría matando al autor de esa letra que lo atormentaba, pero, en vista de lo que aconteció después, mejor se hubiera callado.
La poesía y la música nacen juntas en Grecia con Safo y Anacreonte. De hecho no se concibe la lírica sin que haya una lira al lado, el nombre procede del instrumento. Surgen al tiempo, pero luego cada género va abriendo su propio camino. "Lo que hacemos ahora es reunirlas de nuevo. Y eso es algo que se va a hacer cada vez más", dice De Cuenca. "A Leonard Cohen le han dado el Príncipe de Asturias de las Letras y es un gran poeta, como Brassens o Brel, que son cantantes y poetas extraordinarios. En cambio, hay poetas más herméticos que no sirven para ser cantados, se necesita un nivel de comunicabilidad".
Para Loquillo se trata de seguir una tradición que empezaron Alberto Cortez, Amancio Prada y Paco Ibáñez, pero sin renunciar a su mundo. "Descubrí la poesía tradicional española con Paco Ibáñez, en la literatura del cole nos enseñaron algunas cosas, pero Paco Ibáñez nos descubrió a Quevedo y a Góngora, no solo a los que en ese momento luchaban contra la dictadura de Franco, como Celaya, José Agustín Goytisolo u Otero", señala el poeta. "Eso es como cuando comprabas un disco de los Beatles o los Stones con 14 años y veías canciones firmadas por un tal Buddy Holly, Perkins o Chuck Berry, esa es una escuela que durante mucho tiempo estuvo denostada y que he tratado de recuperar ya desde Morir en primavera, cuando canté a Brassens e hice una versión de La mala reputación. Debemos abandonar la idea de que la música española gira en torno a las radiofórmulas, eso está más que muerto, el mundo ya funciona de otra manera. No nos tienen que decir lo que debemos escuchar, ahora podemos escucharlo todo en la red". Uno y otro argumentan que los formatos han cambiado tanto que los libros y los discos van a desaparecer, aunque en el futuro se mantenga la cosa selecta y exquisita. Vaticinan también que llegará una generación que quiera volver a "tocar" el disco o el libro frente a todo lo que cuelga en la red. Se tratará de una minoría fetichista, aunque, igual no tanto, visto el éxito del coleccionismo, un fenómeno hasta hace poco ajeno a la sociedad española. "Lo antiguo creíamos que era viejo, y ahora la gente está enloquecida con esto, nos vamos ayornando y poniendo en línea con el mundo", dice De Cuenca.
Madrid figura ya como un elemento recurrente en la carrera de Loquillo: Ritmo de garaje, Dónde estabas tú en el 77, 9 tragos y Balmoral, y ahora, Su nombre era el de todas las mujeres. ¿Hay algún artista madrileño que haya hecho tantos discos a una ciudad en la que solo está de paso? Músico y poeta quedan en analizar eso algún que otro día. De momento, les basta con reconocerse como amantes de los bajos fondos "interiores y urbanos", "hombres de fin de siglo", tipos "crepusculares".
Loquillo. Su nombre era el de todas las mujeres. Warner Music. El cantante iniciará el 8 de enero en Logroño una gira con el espectáculo A Solas.
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