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EL RINCON

Cada libro en su sitio

Cuando presentaba Apostrophes, el programa literario de la televisión francesa con el que triunfó en los años ochenta, y luego Bouillon de Culture, en los noventa, Bernard Pivot (Lyon, 1935) recibía en su casa casi un centenar de libros diarios. Los abría él mismo uno por uno -"es un placer que nunca le dejé a otra persona", dice-, le gustaba romper el papel del envoltorio, descubrir la obra y leer las dedicatorias. En aquella época, leía unas 10 horas diarias y acumulaba en su piso de 270 metros cuadrados en el centro de París pilas y pilas de libros. Pero siempre mantuvo cierto orden. "Hay que defenderse de los libros, si no controlas los flujos, te rindes, te acaban invadiendo y te arriesgas a perder a tu familia, que simplemente renuncia", resume. Ahora vive solo en un apartamento situado en el segundo y último piso de un pequeño edificio que antiguamente formaba parte de una sala de espectáculos. El ritmo de donaciones literarias ha disminuido, aunque los correos siguen llegando por decenas. Pivot, que sigue escribiendo sus propias obras y colabora con Le Journal du Dimanche, ha recibido el premio de la Asociación de Editores de Madrid por su divulgación literaria. "Los únicos que todavía no me han premiado son los editores franceses", bromea.

En su atípico salón, nada más entrar en su casa, bajo la cúpula de cristal que ilumina la sala, la estantería de la entrada a la derecha luce los volúmenes más decorativos: ediciones antiguas y libros de arte. Junto a la mesa del comedor, funcional, en la que se acumulan algunas pilas de tamaños controlables, otra gran librería medio vacía, que respira, es donde están durante un semestre como mucho los nuevos libros. "Los que ya no me interesan los coloco allí, detrás de la puerta", comenta el crítico. Pivot no sabe cuántos libros tiene, ni le interesa. Están de paso y los va regalando: a su hermana germanófila van dirigidos todos los que son alemanes, miles de obras han ido a parar a la biblioteca municipal de su pueblo y ahora está donando a las cárceles. Pero hay unos que son especiales: están en su despacho, donde cohabitan con dibujos dedicados por Eduardo Arroyo, alguna fotografía, recuerdos de sus mundiales futboleros -Pivot ha sido también periodista deportivo- y un macbook plateado. Una estantería adaptable de madera, que le ha acompañado en sus tres últimas mudanzas, y que en cada una de ellas ha ido perdiendo un poco de superficie, se extiende ahora por las tres paredes principales, dejando espacio solamente para la gran ventana que da a un pequeño jardín interior. "Los únicos libros que me interesan son estos, los tengo anotados, con ellos tengo una relación afectiva, de reconocimiento".

"Los únicos que todavía no me han premiado son los editores franceses", bromea Bernard Pivot.
"Los únicos que todavía no me han premiado son los editores franceses", bromea Bernard Pivot.ANTOINE DOYEN

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