Danielle Miterrand, faro de libertad
Libre e insumisa. La libertad es la premisa para el pleno ejercicio de las facultades distintivas de la especie humana. El miedo, la amenaza, el fanatismo... llevan al silencio, a la actitud impasible, a ser súbditos en lugar de ciudadanos plenos. Danielle Mitterrand militó tante hasta su último suspiro, el pasado martes, en favor de la democracia genuina, de la escucha de todas las voces, de la igual dignidad de los seres humanos, sin distinción alguna.
Suave en la forma, resuelta en la acción. Hemos tenido la ocasión y el honor de estar cerca de ella y de colaborar en muchas de sus batallas: por el acceso de todos al agua, por la alimentación, por la educación, por la cultura de paz y no violencia... Solícita, manos tendidas, sus ojos reflejaban una inquietud creciente a medida que avanzaba en edad, porque su conciencia global le permitía contemplar vívidamente la desoladora e insolidaria situación en la que tantas personas viven y mueren, al tiempo que el poder se concentra cada vez en menos manos, una mayoría de los más prósperos solo se ocupa de sí mismos y se desoye el grito de la naturaleza herida.
Al frente de su fundación France Libertés puso en marcha sin pausa programas de cooperación para aligerar la carga de los más desheredados. ¡Tantas veces salimos reconfortados después de las reuniones en la calle Milán 22, sede de la Fundación en París! Desde allí se trabajaba en África, en América Latina -Chiapas era una de sus predilecciones, porque al auxilio material se unía la densidad conceptual de la revuelta pacífica-, en Asia (Tíbet), con los kurdos... allí donde pudiera alcanzar el despliegue de su inmensa fraternidad.
Desde la Resistencia, en la que participó siendo muy joven, hasta primera dama de Francia, más atenta a los poblados míseros que a los palacios y alfombras dispuestas a su paso. El presidente François Mitterrand, al que siempre respaldó, la tenía invariablemente presente en sus decisiones.
"Asistimos al fin de un sistema. Hace 15 años, cuando lo predije, nunca me escucharon", declaró hace tan solo unos meses... "Son necesarias soluciones alternativas a los problemas de nuestro tiempo, para poner fin a la dictadura económica y financiera... Deseo de todo corazón que nuestras proposiciones sean comprendidas y todos participen en la urgente e indispensable metamorfosis de la sociedad humana hacia una nueva civilización".
El año pasado la propusimos como candidata al Premio Nobel de la Paz, en virtud de sus merecimientos por una vida ejemplarmente dedicada a la cooperación, al acercamiento, al encuentro, a la conciliación.
Hace tan solo unos meses, en su Informe Moral al Consejo de Administración de France Libertés, se evidenciaba su gran acierto y sensibilidad al destacar los trazos más acuciantes de la realidad y señalaba los objetivos más relevantes para el futuro inmediato. Con 87 años, Danielle no sólo no se rendía sino que no desaceleraba. "El cumplimiento de los derechos humanos no admite reposo", repetía, se repetía.
Se ha ido físicamente, pero su ejemplo permanece y nos incita a seguir caminando por los senderos que tanto iluminó con su profunda e itinerante con-dolencia, com-padecimiento y ansia de com-partir.
Danielle Mitterrand, no te olvidaremos. Somos muchísimos los que te retendremos en nuestro iris y nuestra mente, para seguir "conspirando" en procurar aliviar y evitar el sufrimiento, para plantar semillas de amor en las tierras áridas de la desafección y del olvido, para alumbrar sonrisas en horizontes tan sombríos.
Federico Mayor Zaragoza fue director general de la Unesco (1987-1999), preside la Fundación Cultura de Paz. Montserrat Ponsa es escritora y periodista.
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