Los croatas ponen la música
Cae una lluvia fina sobre el Bernabéu. La multitud que apoya al equipo local asiste al 4-0 casi en silencio. Solo se escucha un rumor en las tribunas inferiores. En el anillo superior es diferente. Allí se concentran 5.000 croatas cantores. Infatigables. No paran de gritar: "¡Dinamo de Zagreb!". No les importa que su equipo se desintegre por momentos. Ellos ponen la música. Siguen inundando la atmósfera con sus cánticos a pesar de que sus centrales, Tonel y Cufré, acaban de quedarse de piedra ante Özil, que juega en una baldosa, engaña, hace un pequeño recorte y marca con un toque mágico.
El griterío croata tiene un tinte irónico. Cuando Calello, Tonel y Badelj se dan tres pases seguidos, comienzan a celebrar: "¡Ooolé...! ¡Ooolé!". El asunto parece despertar a la afición madridista. Desde el fondo norte surgen voces indignadas.
El único croata enfadado es el entrenador. Kuroslav Jurcic manda prepararse a Leko con un ademán airado apenas marca Özil. Después se dedica a pedir atención a Tonel y reclama a Vida que no deje ni un metro a Benzema. Se golpea las manos: tac, tac, tac. El 5-0 había taponado las gargantas croatas cuando Beqiraj logra algo histórico: un gol. El 6-1. El primero del Dinamo en la Champions esta temporada y el primero que recibe el Madrid en la misma competición. Todos contentos.
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