El PP gallego barre a la izquierda

Los gallegos han contribuido con fuerza al embate de la derecha en España pero sin otorgarle al partido de Rajoy y Feijóo todos los laureles que sí se llevaron Aznar y Fraga en 2000. Con el desempleo disparado a un lado y la tijera metida de lleno en el gasto público al otro, los populares mantienen su poderío en Galicia, cosechando marcas similares a las de hace una década. La candidatura encabezada por Rajoy logró algo más del 52% de los votos, lo que supone 24.000 papeletas y casi nueve puntos más que hace cuatro años, aunque no llega al récord del 53,99% que registró el PP cuando Aznar extendió su poder en España y Fraga reinaba en Galicia. La oposición a Feijóo ha salido malherida de la cita con las urnas, sobre todo por el duro descalabro de los socialistas y la fuga de apoyos a otros partidos sin representación parlamentaria en la comunidad, en especial a Esquerda Unida, que sigue en ascenso. Los nacionalistas, con todo, despertaron anoche de su peor pesadilla, esa que en forma de sondeos amenazantes les dejaba sin representación en Madrid.

Del 20-N el PP recoge cuatro escaños más (uno por provincia) que en los comicios generales de aquel lejano 2008, cuando en Galicia aún gobernaba un bipartito de socialistas y nacionalistas y Zapatero lograba su segunda presidencia frente a Rajoy. Se los arrebata al PSdeG y sube casi nueve puntos en el porcentaje de votos, sin llegar al 53,99% de hace 11 años, su techo histórico en unas generales. "En mi vida no tendré otra noche más destacada", afirmó ayer Alberto Núñez Feijóo, que calificó de hito histórico que un militante del PP gallego vaya a ser presidente del Gobierno de España. De Rajoy destacó su "serenidad" y su "sentido común" como armas para afrontar la "delicadísima" situación con la que tendrá que lidiar el pontevedrés. "Los gallegos", incidió sobre lo que le toca, "se reafirman en el cambio iniciado en 2009".

En la cuesta abajo, el PSdeG tampoco ha llegado tan lejos como en 2000, pero el descalabro ha sido contundente. Los socialistas pierden más de 300.000 votos en Galicia y obtienen menos del 28% de los apoyos, eso sí cuatro puntos más que cuando la mayoría absoluta de Aznar les hizo tocar fondo. Pachi Vázquez eludió hacer una lectura autonómica de estos resultados y los achacó al desgaste del Gobierno central.

Lo único que no cambió ayer en el mapa político de la comunidad es la representación del BNG. La formación ha conseguido borrar los peores augurios, que le dejaban sin voz en Madrid, y mantendrá sus dos escaños en el Congreso, que serán ocupados por los mismos diputados que en la pasada legislatura, Francisco Jorquera por A Coruña y Olaia Fernández Davila por Pontevedra. El Bloque conserva prácticamente el porcentaje del 11% de los votos que obtuvo en 2008. "Contra todo pronóstico hemos resistido el avance de la derecha", se felicitó el portavoz nacional, Guillerme Vázquez.

La cuarta fuerza en Galicia es Esquerda Unida y subiendo. Más de 65.000 gallegos depositaron la papeleta con sus siglas, mucho más del doble que hace cuatro años y muy lejos de los 16.000 sufragios que obtuvo en las autonómicas de 2009. Con más del 4% de los apoyos, si se tratase de unos comicios autonómicos, la fuerza liderada por Cayo Lara se quedaría a las puertas del Parlamento gallego, donde se exige un mínimo de un 5% de los votos para franquear el portalón del hemiciclo.

Quien también sube pero menos es UPyD, el partido de Rosa Díez, al que votaron 9.000 gallegos más que en 2008, y que no recibe castigo por sus declaraciones sobre el supuesto "sentido peyorativo" de ser gallego. El partido ecologista EQUO recibió algo más de 9.000 papeletas (0,61%) en su estreno electoral.

Los gallegos acudieron ayer a los colegios electorales con más diligencia que la media de los españoles. Al contrario que en el conjunto del Estado, la participación subió en la comunidad 0,88 puntos, ya que votó un 71,60%, frente al 70,48% de hace cuatro años. Pero en las ciudades hubo caídas importantes. En A Coruña, Ferrol, Lugo Pontevedra y Vigo el descenso rondó los cuatro puntos, en Santiago fue de más de tres, y en Ourense llegó a los cinco.