El 'dream team' del derecho deportivo
Contador incorpora a su equipo de defensa al prestigioso jurista suizo Antonio Rigozzi
Como prueba de la inocencia de Alberto Contador, como prueba también de su sinceridad y de su credibilidad, como ordalía inapelable más allá de la carne, su gente esgrime la extrema generosidad con la que ha organizado su defensa desde que el 30 de septiembre de 2010 hiciera público que había dado positivo por 50 picogramos de clembuterol en el Tour anterior. Como un cineasta de Hollywood embarcado en la producción de la mejor película de la historia, Contador no ha reparado en gastos a la hora de contar con el mejor reparto posible, con los mejores expertos, con los más reputados abogados y juristas deportivos. Como si el que gente tan importante esté dispuesta a trabajar en su caso a su favor fuera la mejor señal de su bondad.
El abogado suizo ya ha trabajado ante el TAS en varios casos de clembuterol
Es una forma, tan buena como cualquiera, de interpretar la larga nómina de abogados que han tenido y tienen en sus manos el asunto, el numeroso grupo de personas que ayer se reunió en un hotel de Lausana para establecer la estrategia de las próximas jornadas, en la que tres árbitros del Tribunal Arbitral de Deportes verán la apelación de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y la Unión Ciclista Internacional (UCI) contra el archivo de la causa por parte del comité de competición de la federación española.
Su abogado de cabecera, Andy Ramos, un especialista en propiedad intelectual del bufete Bardají y Honrado, llevó el caso ante la española, asistido por el suizo Rocco Taminelli. Lograda la exoneración, ambos se apartaron de la pista y comenzó un nuevo baile al ritmo de la música del TAS. En marzo se anunció que sería Jean Louis Dupont, el abogado belga famoso por el caso Bosman, quien organizara su defensa. En abril, Dupont desapareció del mapa y fue sustituido por Gorka Villar. Su primer consejo fue que nada sería mejor que un abogado anglosajón y ninguno mejor que el inglés Mike Morgan, quien ya se había pronunciado en entrevistas varias a favor de Contador.
Los cerca de 4.000 folios de que constan las alegaciones que presentará ante el TAS desde mañana son una muestra de lo que peyorativamente se conoce en el mundillo del derecho deportivo como la tendencia Morgan, sepultar a los árbitros en una marea de papeles, demostración cuantitativa de la solidez de sus tesis.
Pero Morgan, que asistirá a Lausana con un ayudante, no es el último abogado contratado por Contador, ni quizás el más significativo. Completando el dream team estará Antonio Rigozzi, cuyo perfil es también un síntoma de las ambiciones de Contador, quien no solo confía plenamente en que el TAS le dará la razón, sino que aspira también a que el laudo de su caso cree jurisprudencia, que sirva para cambiar las normas sobre el clembuterol incluso. La presencia de Rigozzi es un síntoma de la endogamia del derecho deportivo en Suiza: trabaja en el bufete en el que hace unos años trabajó Quentin Byrne-Sutton, uno de los tres árbitros, y ha editado varios libros sobre la doctrina del TAS a medias con Michele Bernasconi, uno de los árbitros más solicitados. A Rigozzi le avala su trabajo en varios casos que han dado lugar a laudos que han cambiado las normas, como el caso Vinokúrov, en el que se quedó sin valor la carta ética que obligaba a los corredores a pagar a la UCI su sueldo anual, el caso Gusev, o, más recientemente, dos casos con clembuterol, el de la nadadora Jessica Hardy y el de la yudoca china Wen Tong, en el que ya trabajó en equipo con Morgan. Su último logro fue derrotar al Comité Olímpico Internacional (COI), que pretendía vetar en los Juegos a todos aquellos que en su vida hubieran sufrido una sanción por dopaje.
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