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Reportaje:

Cinco vecinas asumen un geriátrico

Un grupo de mujeres de Carballeda de Avia forman una cooperativa para gestionar las instalaciones de la Xunta, que llevaban dos años y medio cerradas

En Ourense abundan los lugares donde los marmolistas ya no reciben encargos de encimeras de cocina y no cortan más que lápidas para difuntos. En Carballeda de Avia, además de canteras de granito atravesando el pedregal de la crisis, hay un filón importante de pensionistas. El municipio tiene 1.700 habitantes y el 60% ya pasan de los 65. Como los jóvenes sin empleo tienden a marcharse y los viejos son tantos, al alcalde, Luis Milia, se le ocurrió una idea para generar empleo de esa adversidad que es el envejecimiento de sus vecinos y "asentar población" con la excusa de tanto anciano que hay.

Hacía más de dos años y medio que estaba terminado y sin estrenar el centro de día de 35 plazas, con una pequeña residencia geriátrica para 12 personas, que se había construido en el corazón del pueblo en aquellos tiempos en los que el entonces vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, inauguraba instalaciones para abuelos y bebés por toda la comunidad. El Consorcio Galego de Servizos de Igualdade e Benestar asumía la gestión de las instalaciones y los Ayuntamientos firmaban un contrato por 10 años comprometiéndose a costear el 30% de los gastos de mantenimiento (agua, luz, teléfono, calefacción, limpieza y obras de reparación).

"Si ellas encuentran trabajo aquí, la familia queda aunque el marido esté en paro"
A 50 metros hay otra sociedad femenina que hace menús para ancianos a domicilio

Este porcentaje, para Carballeda, iba a suponer una factura de 90.000 euros anuales difíciles de saldar actualmente. El alcalde, además, no quería esperar a que la nueva Xunta del PP, después de amueblar el edificio, entregase a una empresa privada la gestión del servicio. El centro de día es el único público que existe en todo el territorio de las comarcas de O Carballiño y O Ribeiro, y había que asegurar su apertura. Así que un día de hace año y medio el socialista se presentó en Traballo con "un proyecto único en Galicia" y, según él (también según la Xunta), "a la conselleira [Beatriz Mato], le encantó la idea". Se trataba de organizar "una cooperativa de mujeres rurales" que se responsabilizasen, como empresarias, de sacar adelante el centro de día y el geriátrico.

En Carballeda ya está funcionando otra cooperativa de vecinas, Xantar Como na Casa, relacionada con la atención a los ancianos. En el edificio del Ayuntamiento viejo, a 50 metros del centro de día, el Gobierno municipal montó cocinas y a diario las socias elaboran menús que luego reparte por las parroquias, a personas mayores que viven solas, un servicio de transporte.

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"Si la mujer rural encuentra trabajo aquí, la familia se queda en el pueblo aunque el marido, que antes trabajaba en la construcción, se haya quedado en paro", defiende el regidor. "Xantar Como na Casa da empleo a las vecinas que forman la cooperativa. Y también a las que cultivan los productos que forman parte del menú". Cuando, quizás a final de año, abra el centro de día, la cooperativa de los fogones se encargará también de sus desayunos, comidas y meriendas, en algunos casos también sus cenas, y una empresa local de autobuses realizará los desplazamientos de los ancianos que consigan plaza.

A estas alturas, la consellería de Mato ha devuelto las instalaciones al Ayuntamiento y "el primitivo contrato a 10 años firmado con el bipartito ya está roto", sigue explicando Milia. Las vecinas implicadas en el nuevo proyecto han aportado capital y han fundado ya la cooperativa. Estos días asisten a las últimas lecciones de dos cursos, uno de 800 y otro de 650 horas, sobre Atención Sociosanitaria para personas deficientes que se imparten en el consistorio y que corren a cargo del Instituto de la Mujer y la Federación de Mujeres Rurales. Cuando los concluyan, y cuando la Xunta concrete el concierto de las plazas (la Administración gallega pagará una parte y los usuarios la diferencia del coste, dependiendo de sus ingresos), el centro de día y el geriátrico empezarán a funcionar.

Las cinco socias ya llevaban años trabajando para el Ayuntamiento en asistencia a domicilio de ancianos. En principio, el alcalde les propuso entrar a las 11 personas que realizan esta labor, pero solo cinco, de entre 30 y 45 años, se aventuraron. "Alguna gente tenía miedo" de embarcarse", explica Pilar Martínez, de 38 años, que decidió entrar porque "tal y como están los trabajos" le pareció una "buena oportunidad". Además, tiene "vocación": "Cuando empiezas no imaginas cuánta necesidad y cuánta soledad hay. El mayor de los míos tiene 96, me duran mucho. Hay que preocuparse por sus pastillas, por lo que comen, por asearlos, por arreglarles la casa... Y muchas veces, al terminar, estás triste porque ese día los viste mal. Y los llamas el fin de semana. Te sientes parte de la familia porque son muy tiernos".

"Al principio todo cuesta", admite, pero la cooperativa le asegura el "poder quedar en el pueblo con los niños". Su sueldo actual, el que le proporciona una jornada de ocho horas asistiendo 11 familias (de las 105 que reciben ayuda municipal) depende de los recortes futuros que pueda haber en servicios sociales y de cómo evolucione la ley de dependencia; pero según defendió Rajoy en este diario hace dos días "la dependencia no es viable".

Tras la inauguración, ellas seguirán con la asistencia domiciliaria, y cuando el centro genere ingresos, sus actuales trabajos serán para otras personas. Además, proyectan realizar algún contrato en el centro, que en principio abrirá con fisioterapeuta y psicólogo. Ahora el Ayuntamiento busca una fórmula para integrarse como cooperativista. Así se encargaría de llevarles a las socias "el papeleo".

"Merece la pena luchar por esto. Es un verdadero proyecto social", proclama orgulloso Milia, "y estas son mujeres que están defendiendo su salario para seguir subsistiendo". "Le damos la vuelta a la tortilla del envejecimiento y la emigración", celebra. "Ya me están llamando otros alcaldes que quieren hacer lo mismo".

Remedios, Lourdes, Pilar, Noemí y Marisol en el centro de día. Todas son cooperativistas salvo la cuarta, que es trabajadora social.
Remedios, Lourdes, Pilar, Noemí y Marisol en el centro de día. Todas son cooperativistas salvo la cuarta, que es trabajadora social.NACHO GÓMEZ

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