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Columna
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El corazón de Iniesta

Ramon Besa

La figura de Andrés Iniesta, un jugador especialmente querido en el Barcelona por su sensibilidad futbolística, se agranda también en la selección española con el paso de los partidos. El encuentro ante Costa Rica confirmó el papel ascendente del volante manchego sobre España. El azulgrana fue el mejor con diferencia en un choque de difícil digestión para los muchachos de Del Bosque. Ni la cancha ni el tiempo, ni mucho menos el desplazamiento, invitaban a jugar. El rival no tenía precisamente el rango de Inglaterra. Y el calendario de la Liga, presidido por la cercanía del clásico del 10 de diciembre, aconsejaba a los internacionales no meter el pie en un lance intrascendente y desagradable. Iniesta, sin embargo, se negó a dimitir, a plegarse a los acontecimientos, y se rebeló hasta cambiar el signo del encuentro.

La figura del manchego se agranda en la selección por su juego, ascendente y profesionalidad

Iniesta jugó desde el inicio hasta el final, protagonizó las únicas ocasiones de mérito en la primera parte, cuando se asoció con Cesc, y lideró la reacción española en el segundo tiempo con acciones de mucho mérito, como la que culminó Silva. Ofreció una excelente lección de amor propio en una jornada muy propicia para el escaqueo y el anonimato.

El compromiso de Iniesta con el fútbol es total con el Barcelona y con la selección, en los partidos internacionales y en los amistosos, al inicio y al final de cada jornada. Ha ganado influencia en el juego, importancia en la plantilla y reconocimiento internacional. No conquistar el Balón de Oro tras marcar el gol que dio a España la Copa del Mundo no ha influido negativamente en su carrera. Se siente un futbolista valioso y, como tal, su huella en cada partido es cada vez mayor. Ya no es solo aquel jugador protagonista de momentos estelares, inolvidables, como el vivido en Stamford Bridge, sino que su continuidad ha aumentado con independencia incluso de su posición en el campo.

Hubo un tiempo en que encontró acomodo como falso extremo, preferentemente zurdo, por la abundancia de medios y la falta de delanteros en el Barcelona. Y, aunque siempre aseguró que era volante, defendió el puesto en la banda con tanta profesionalidad como talento. Hasta que finalmente consiguió la plaza de interior izquierdo o, a veces, de enganche por la que siempre se había desvivido. Excelente en el uno contra uno por la facilidad con la que se maneja con el balón, no solo regatea, sino que también se distingue por los pases filtrados y su capacidad para combinar.

Ahora mismo, Iniesta es capaz de jugar de partida como volante o mediapunta y acabar como extremo izquierdo, al revés de antes, como quedó constatado en el partido contra Costa Rica. Persona de comportamiento ejemplar, ya no solo lee las jugadas, sino también los partidos, y a su talento natural ha unido un corazón admirable. No extraña que le aplaudan en casi todos los campos. "Habíamos tirado la primera parte, de manera que la reacción en la segunda fue lógica", zanjó.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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