Indecentes y oportunistas
"... A veces las monedas en enjambres furiosos / taladran y devoran abandonados niños. / ..."
La Aurora. Federico García Lorca
Europa se parece cada vez más a una multinacional. Los responsables políticos están siendo sustituidos por gerentes que obedecen las órdenes de un estricto consejo de administración integrado por unos extraños seres llamados mercados.
La fulminante caída de los primeros ministros de Italia y Grecia ha sido su última ejecución. De inmediato fueron sustituidos por dos tecnócratas con un máster en mercadotecnia y larga experiencia en el mundo de las altas finanzas.
La vieja tradición de las democracias europeas que disolvía los parlamentos y convocaba elecciones generales cuando el primer ministro perdía la confianza de la cámara, se ha roto. Sin pudor alguno, un gris funcionario de esa multinacional, Herman van Rompuy, decretaba en Roma: "Lo que el país necesita son reformas, no elecciones".
De pronto, consultar a la ciudadanía sobre su futuro, ¡y qué futuro!, ha caído en desuso. Al premier griego Papandreu se lo comieron crudo los mercados cuando se le ocurrió convocar un referéndum para que el pueblo decidiera si quería seguir apretando su cinturón hasta la asfixia.
Tan lúcido en su planteamiento político, como brillante en su larguísima trayectoria musical, Miguel Ríos resumía la cuestión en estos términos en su Granada natal: "Estamos viendo algo insólito: se están dando golpes de Estado a las democracias en nombre de los mercados".
Miguel Ríos, tan comprometido siempre, protagonizaba un acto singular en la Universidad de Granada. Una rebelión contra los mercados, a golpe de poesía. Le acompañaban el catedrático de esa universidad, lamentablemente autoexiliado por el fanatismo de algunos, Luis García Montero y el actor Juan Diego Botto, otro exiliado a la fuerza obligado por la dictadura militar argentina.
Su arma, los versos de Lorca. ¡Quién mejor! Miguel leyó La aurora: "...por los barrios hay gentes que vacilan insomnes / como recién salidas de un naufragio de sangre".
Los asistentes al acto que colmaban el aula que lleva el nombre del poeta asesinado debieron sentir un escalofrío. Los versos de Poeta en Nueva York siguen siendo tan lúcidos hoy como cuando fueron escritos, hace más de 80 años, en un tiempo en el que el mundo sufría otra brutal depresión que arrojó millones de personas a la miseria. A un naufragio de sangre.
Verso a verso, Miguel, Luis y Juan Diego golpearon la conciencia de los presentes. Era su manera de llamar a esa gente que vacila para que vote el próximo domingo. Un voto a la izquierda. En este caso, a Izquierda Unida.
Porque hoy, la disyuntiva es clara: solo la izquierda puede hacer frente a los mercados. La derecha juega en campo propio: están encantados de cumplir sus dictados. Aunque en vísperas electorales intenten ocultar sus intenciones.
¿La izquierda? ¿Toda la izquierda? ¿También el PSOE?
Sí, también este PSOE. Un socialismo que ha vuelto a sus esencias recuperando banderas perdidas en la batalla contra los mercados. Muchos se preguntan: ¿hay que fiarse de la palabra de Rubalcaba? ¿Va en serio su reivindicación de que en esta crisis deben pagar más quienes más tienen?
Algunos creen que sí. Por dos razones: 1) Rubalcaba no tropezaría otra vez en la misma piedra y 2) el Gobierno socialista andaluz da ejemplo: aumenta su presupuesto, sube impuestos a los que más tienen, prima las políticas sociales, contrata profesores y paga a los dependientes, mientras los populares lo bajan, recortan y despiden.
Ha llegado la hora de la verdad: la de las urnas. La única que puede evitar, como decía ayer en este periódico el filósofo sevillano Emilio Lledó, que este país sea regido "por una política con una parte regida por oportunistas y por indecentes".
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