Monti cierra el acuerdo de Gobierno con los dos grandes partidos italianos
Ninguna de las formaciones mayoritarias quiere entrar en el Gabinete
Nunca las cosas de palacio fueron tan rápidas. Aunque los verdaderos términos de los acuerdos aún no se conocen -y tal vez no se conozcan nunca-, el tecnócrata Mario Monti está a punto de lograr el encargo recibido del presidente de la República, Giorgio Napolitano. Un Gobierno de consenso -o de un consenso razonable- para recuperar la confianza de Europa y de los mercados e intentar sacar a Italia de la crisis. Los representantes de los dos principales partidos -el conservador Partido de la Libertad (PDL) y el izquierdista Partido Democrático (PD)- se reunieron ayer con Monti en el palacio Giustiniani. A la salida, declararon ante los periodistas y los turistas -la formación del nuevo Gobierno se ha convertido en otra atracción, a mitad de camino entre el Panteón y la plaza Navona- que el excomisario europeo contará con su apoyo. Después Monti anunció: "Tengo la lista del Gobierno casi preparada. Mañana veré al presidente. Estoy convencido de que Italia podrá salir de la crisis".
El presidente Napolitano sigue tutelando todo el proceso
Monti muestra firmeza y resiste las presiones de los líderes políticos
Tras la reunión, Mario Monti salió del palacio Giustiniani y subió al del Quirinal para almorzar con Napolitano, que no solo intervino enseñándole la puerta a Berlusconi y fichando a Monti, sino que -por si acaso- está tutelando todo el proceso. Y eso que el tecnócrata sigue dando muestras de ser un negociador correoso. La prueba es que Angelino Alfano, secretario general del PDL y, hasta el fin de semana, candidato de Berlusconi para presidir un Gobierno técnico, salió de la reunión mucho más suave de lo que entró. Tras dejar claro que Mario Monti contará con su apoyo, hizo unas declaraciones que tienen un punto de chistoso. Dijo: "Hemos reiterado que los compromisos contraídos con la Unión Europea son la piedra angular de nuestro compromiso programático". O sea, que el partido de Berlusconi, quien cayó precisamente por torear a Europea durante meses, se hace ahora garante de los intereses de Europa ante el hombre en quien Bruselas tiene todas sus complacencias. Para estas situaciones, el diccionario de la RAE incluyó el término cantinflada.
El líder de la izquierda, Pierluigi Bersani, secretario general del Partido Demócrata (PD), también se reunió con Mario Monti. "Daremos el respaldo", dijo a la salida, "a un Gobierno competente y de fuerte cariz técnico". Al final de esta frase, Bersani, que no da puntada sin hilo, resumía el verdadero contenido de la reunión. El PD -tampoco el PDL- no quiere entrar a formar parte del Gobierno de Monti. Una de las razones más evidentes es que sería difícil que, después de despellejarse durante dos décadas, derechistas e izquierdistas pudieran colaborar eficazmente en un Gobierno de emergencia. La otra, igual de clara pero menos confesada, es que el Ejecutivo de Monti será un Gobierno que pedirá el "sufrimiento" de los ciudadanos, y ni el PD ni el PDL -que legítimamente aspiran a ganar las próximas elecciones- quieren quemar sus naves en una travesía con tan mala mar.
Leyendo también los silencios, se puede aventurar que, a cambio de no contar con ellos en su Gobierno, Mario Monti sí los convenció de alargar hasta 2013 -fin de la actual legislatura- el mandato del Gobierno de consenso. El lunes por la noche, en una comparecencia ante la prensa, el excomisario europeo puso como condición para asumir el mandato de Napolitano contar con suficiente tiempo -hasta 2013- y con suficiente apoyo: el de los principales partidos políticos. Si no, me voy, vino a amenazar. También dijo que le gustaría contar con personalidades de la política. Al término de las reuniones celebradas a lo largo de la jornada de ayer, y sin descartar que la situación registre un vuelco a la italiana, se puede decir que Monti logró sus dos primeras peticiones y que está dispuesto a renunciar a la tercera. Ahora solo queda que el tecnócrata dé a conocer la composición de su Gobierno -los periódicos italianos ya rebosan de quinielas- y convoque a las cámaras para que lo validen. Según todos los indicios, será muy pronto.
De palacio en palacio, Mario Monti va cocinando su nuevo Gobierno. A pesar de las prisas de Europa, el prestigioso profesor ya ha dicho que no quiere darlo a probar hasta que tenga la cocción justa. Mientras, encerrado en el palacio Grazioli, otrora escenario de las bacanales más famosas, Silvio Berlusconi teme que finalmente se le haya pasado el arroz.
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